Diario de León

EL AULLIDO

Reescribiendo el Estatut

Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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LA AUTONOMÍA DE Cataluña debe de estar perpetuamente inacabada como esa catedral de Gaudí que hay en Barcelona: por eso cada poco vienen los nacionalistas pidiendo más -parece que demandan más autogobierno pero en realidad desean más dinero-. Así las cosas, sucede ahora que el Parlament de Catalunya está reescribiendo el Estatut en versión cien por cien nacionalista pues, dado que el President socialista es también nacionalista -aún recordamos aquello del federalismo asimétrico-, no existe quien haga contrapeso ideológico. Sí, dicen que el Estatut estaba inacabado pero en vez de completarlo hacen tabla rasa y lo reescriben entero empezando con una palabra enorme que antes no figuraba: nación. Y volvemos otra vez al principio a discutir lo de siempre. Pero lo cierto es que ahora, mientras asisto expectante a la reconstrucción piedra a piedra del Estatut de Catalunya, no paro de recordar la última vez que vi La Sagrada Familia de Gaudí. Y recuerdo indeleble el poema que escribí entonces: Estamos frente a la catedral. La llaman sinfonía inacabada de acero y piedra. Un millón de palomas blanquean el cielo y la piedra parece empezar a respirar. Oh, la catedral. Sentimos su deseo de ser consumada. Notamos cuánto anhela el cielo. Estamos frente a ella y el cielo se convierte también en nuestro anhelo. Más tarde juntos en la oscuridad antes de dormirnos en el cuarto de hotel la acabaremos. Las catedrales se acaban por amor pero los estatutos de autonomía se reescriben por dinero, y el dinero siempre lo emputece un poco todo. Por eso ya no hay poesía en la política autonómica pues la poesía es, entre otras cosas, un refinado elogio del sentimiento pero el nacionalismo, que empezó siendo un sentimiento, ahora más bien parece una emergente fuente de ingresos. Siempre he admirado el espíritu emprendedor e innovador catalán pues no dejo de darme cuenta de que en este país nuestro casi todo lo nuevo entra por Cataluña, pero hace tiempo que desconfío de su nacionalismo pues me recuerda no a un sentimiento, no, sino a aquella frase de Nietzsche: «El nacionalismo es el egoísmo de los pueblos». ¿Hay mucho egoísmo y pocos estadistas en la política autonómica de este país plural? La pregunta flota por mi mente como un cometa herido mientras leo en los periódicos sobre los tiras y aflojas a vueltas con esto del Estatut. ¡La Segunda Transición! ¿Después de treinta años de convivencia nos replanteamos las reglas para mejorar o para volver al principio? Ciertamente, como escribió Ortega y Gasset, los españoles tenemos cierto «complejo de Adán» que nos lleva cada cierto tiempo a querer empezar de cero sin darnos cuenta de que «empezar de cero no sólo resulta inconveniente sino que además es imposible». Ahora que en el Parlament reescriben el Estatut para arañar más dinero y más competencias conviene tener en cuenta que también en Cataluña existe la solidaridad, el verdadero activismo ideológico y el cosmopolitismo. También allí hay quien se siente español, quien se siente español y catalán y quien se siente ciudadano del mundo aunque los políticos nacionalistas parecen tratar de ignorar eso. Como nos enseña José Antonio Marina en su último libro, «las ideas blindadas suponen el fracaso de la inteligencia pues conducen directamente a la intolerancia». Basta de ideas blindadas. El nacionalismo, que una vez fue un sentimiento poético y hermoso, se ha convertido en un lenguaje político rentable pero fracasado y demagógico al que ya va siendo hora de que se le paren los pies por el bien de la solidaridad y del futuro. Por el bien de todos¿ ¡Viva la humanidad!

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