Diario de León

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SALAMANCA con sus piedras pulidas por el tiempo y la historia despide una Cumbre Iberoamericana de la que, por encima de todo, va a quedar una idea: no hay refugio posible para los terroristas. Los 22 países aquí representados se han comprometido a extraditar a este tipo de delincuentes políticos. No es poco logro si pensamos que en países como Méjico, Uruguay, Venezuela y hasta hace poco, también en Colombia habían encontrado refugio gentes de la ETA. Sabido es que también hay individuos de los grupos armados que operan en Colombia que no dudan en recurrir al terrorismo o los secuestros buscando después refugio en países vecinos como Panamá o Venezuela. Todo eso, en cuanto lo acordado en Salamanca sea ratificado por parlamentos y gobiernos adquirirá rango de norma y al entrar en vigor estrechará un poco más el cerco a las organizaciones terroristas. En España sabemos por experiencia que la ETA empezó a declinar en cuanto Francia decidió extraditar a los etarras y el sur del vecino país dejó de ser el refugio seguro que había sido durante tantos años. Aunque sólo fuera por eso, ya la Cumbre de Salamanca habría cumplido. Por eso me llama mucho la atención la ceguera, no quiero pensar que se trata de mezquindad, de quienes han criticado este acuerdo porque -según dicen- es un triunfo de Fidel Castro. Es verdad que La Habana lleva años solicitando (sin éxito) la extradición de Luis Carriles Posada, un individuo que en los años setenta colocó una bomba en un avión de Cubana de Aviación y que, además, en diversas ocasiones ha intentado asesinar al dictador cubano. Quien pone bombas es un terrorista y el terrorismo es rechazable en cualquiera de sus manifestaciones. Es patético que el anticastrismo les haya nublado la razón hasta el punto de «comprender» las razones de un asesino. Castro es un dictador y por lo mismo es un tipo fuera de época, pero a quien pone una bomba en un avión hay que llamarle por su nombre: terrorista. Lo dejo dicho Homero, «cuando los dioses quieren perder a los hombres, les vuelven ciegos». Bien está lo decidido en Salamanca porque no es un triunfo de Castro sino porque es un triunfo de de todos llamado a cerrarles todas las puertas a los terroristas. Ese ha sido el mensaje de la Cumbre de Salamanca.

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