Diario de León
Publicado por
AGUSTÍN JIMÉNEZ
León

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DE TODAS las reencarnaciones conocidas, la más pública es la que tiene lugar de cuando en cuando con el alma de James Bond. El otro día dicha alma fue a detenerse, previo contrato, en un actor reservado pero mujeriego que, para celebrar su licencia para matar, ascendió en plan hortera el Támesis en una lancha de la marina inglesa. Con Nosferatu y Tarzán, Bond es el personaje más persistente y sin duda el más chabacano de la fantasmagoría inglesa. Concebido en los Cárpatos, Nosferatu-Drácula adquirió rápidamente propiedades en Inglaterra, un país estupendo para que se escondan los cadáveres. Tarzán fue creado para que el Imperio dominante dominara igualmente sobre los monos. Lo de Bond es distinto. Bond es el aventurero que les gustaría ser a muchos reprimidos, a muchos puritanos, a muchos sinvergüenzas y a muchos patriotas. Casi todo el arco electoral. Imaginen qué chollo. Fornica a todas horas -sin preservativo sin otra preocupación, observa un alarmado informe reciente-, dilapida el dinero del contribuyente sin traba ni vergüenza, disfruta de todos los cachivaches técnicos de última generación, gana al poker, es un petronio vistiendo, siempre las ve venir y, haga lo que haga, no pierde la compostura, como le enseñó su mamá, ni se emborracha ni es melancólico ni le disminuye la erección. Mata cuando quiere porque, con el sentido común de la gente sin cultivo y la bendita simpleza de quien contempla los intereses nacionales, distingue sin posibilidad de error quién es el malo de la película. Bond nunca nos ha mentido. Siempre encontró las armas de destrucción masiva. Nunca deja las campañas a medias. Siempre seduce a la mujer y extermina al enemigo. Para eso es Bond, James Bond. En un país que aún no se ha enterado de que ha perdido su imperio, para unos ciudadanos de un mundo lleno de catástrofes agazapadas, pensar en Bond es un chollo. Todas las mujeres son hermosas, todos los enemigos son inferiores. Todo el poder, la riqueza, el brillo, la fama, la buena forma física, todos los honores e incluso la buena conciencia son suyos. Compárenlo con Torrente, otro salvador de la mitología. Casposo, insatisfecho, humillado y español.

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