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efe | londres

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Doscientos años después, los británicos conmemoran la batalla de Trafalgar y rinden tributo a su héroe naval, Horacio Nelson, en un fin de semana repleto de actos, hasta 6.000, para los que se ha movilizado a la familia real al completo. A miles de kilómetros de la costa de Cádiz, donde las tres naciones combatientes -España, Francia y Reino Unido- recuerdan a sus más de 4.000 muertos, oficiales de la Armada británica depositaron una corona de flores en la cubierta del barco triunfante, el HMS Victory, anclado en Portsmouth (sur de Inglaterra). El acto, en el que sesenta marines engalanados pronunciaron sus plegarias bajo una intensa lluvia que contrastó con el sol de la costa gaditana, sirvió para dar el pistoletazo de salida al calendario de tributos y conmemoraciones. La reina de Inglaterra se trasladó al HMS Victory para encender la primera almenara del buque que llevó a los británicos a la victoria sobre la flota hispano-francesa, que trató en vano de satisfacer las ambiciones imperialistas de Napoleón. En la cabina principal del navío, la soberana fue la comensal de honor de una cena en la que alzará su copa en honor del héroe de la escuadra británica, Horacio Nelson, un brindis que se transmitirá en directo por televisión. La Nelson manía La epopeya del 21 de octubre de 1805, con todos los ingredientes esenciales, incluida la muerte de Nelson por una bala enemiga que le atravesó la columna vertebral, ha vuelto a despertar el interés de los británicos. El aniversario ha «acaparado el espíritu de los británicos», hay «incluso una especie de Nelson manía», ha apuntado el jefe del Estado Mayor de la Armada, el almirante Alan West. Para marcar el inicio de la batalla, las campanas de varios barcos de la Armada británica repicaron al mediodía en Portsmouth. En dos columnas, la portentosa escuadra británica del siglo XIX empezó a avanzar ese día al encuentro del enemigo, pero fue recibida con una fuerte ofensiva; prueba de ello, los cien agujeros de bala que se observan hoy en día en el HMS Victory. Pero la sacudida inicial no intimidó a Nelson, que ya contaba con la victoria: El almirante sabía que la supremacía de la Royal Navy derrotaría a la escuadra combinada, siempre y cuando ésta saliera de puerto. Y Villeneuve, al mando de la flota hispano-francesa, optó por salir al mar y plantar cara a los británicos, antes que enfrentarse a la ira de Napoleón porquedarse con los brazos cruzados.

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