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La alonsomanía y el culto a Letizia no compartieron escena
Los asturianos lamentan que sus dos iconos del siglo XXI no coincidieran en el Teatro Campoamor para componer una imagen de gran contenido emocional
Para disgusto de cierta astu-rianía militante, los dos iconos del Principado en el siglo XXI, doña Letizia y Fernando Alonso, no pudieron coincidir ayer en la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias. La confluencia de la alonsomanía y el culto a la Princesa asturiana en el Teatro Campoamor habría elevado las cotas de orgullo patrio astur -ya de por sí muy altas- hasta niveles inimaginables. Así que los asturianos se lamentaban de que ese momento «histórico» sólo pueda reproducirse en su imaginación, aunque comprendían que el avanzado estado de gestación de doña Letizia justificaba de pleno su incomparecencia. La ausencia de la Princesa de Asturias no afectó, sin embargo, a la expectación de unos premios que, como en la edición anterior, tuvieron un claro componente de consumo interno. Si el año pasado Letizia estuvo en el ojo mediático por ser la primera vez que presidía junto a su marido la ceremonia de entrega, poco pudieron hacer el resto de los premiados para reclamar algo de atención ante la ansiada presencia de Fernando Alonso en Oviedo tras proclamarse campeón del mundo de fórmula 1. El año pasado, la ciudad estaba jalonada de referencias a Letizia. Ayer, muchos comercios de la ciudad lucían carteles de felicitación para el chico del mono azul y amarillo. Se espera que el saludo del deportista en la plaza de la Escandalera de Oviedo congregue hoy a unas 30.000 personas. Y contra lo que suele suceder, parece que esta vez los asturianos no exageran. Hay algo en común entre estos dos iconos de Asturias, y quizás sea su normalidad. Los dos son ovetenses de familia de clase media que, en cierta medida, podrían representar a cualquier joven de la capital. Y su carisma, en cierto modo, consiste en que el pueblo asturiano los ve como uno de ellos. Insinuar la posibilidad de que Alonso no se merezca el premio sólo trae conflictos dialécticos, así que lo recomendable es adherirse a la idea de Julián, un joven ovetense. «En este país los reconocimientos son después de muerto; es normal que critiquen que se le conceda el premio a un chaval». El propio Alonso intentaba zanjar la polémica en declaraciones a La Nueva España . «Supongo que habría que preguntarle al jurado por qué me lo han dado a mí. Si hay críticas, que les pregunten a ellos», aseguró. En su audiencia matinal con el Príncipe, Fernando Alonso se mostró como el chaval tímido que siempre será, amparado por la paradójica compañía de las monjitas de la Caridad y sin referencias publicitarias textiles: traje de raya diplomática y corbata próxima al violeta, un atuendo que se parecía mucho al de don Felipe. Hasta esta cita oficial, los reporteros gráficos no pudieron lograr una imagen de Alonso, refugiado como estuvo desde el lunes en su chalé familiar. El competidor del Príncipe En los aledaños de la recepción en el Hotel Reconquista, don Felipe pudo ver por primera vez que le ha salido un competidor en la escalada femenina por gritar «guapu»: Alonso también concita esas emociones, más terrenales, y, como con el Príncipe, la fiebre se extiende por todas las franjas generacionales. «Me gusta más con traje que con sudadera», sentenció una fan de mediana edad. El protagonista por venir El otro protagonista de la jornada aún no ha nacido y los mensajes populares al Príncipe se centraron en el sexo de su primer hijo. Niño o niña; Pelayín o Covadonga, ésas son las quinielas esenciales. La expectación por el heredero es tal que un periódico asturiano publica El diario de un borbonable , un espacio donde el primogénito de los Príncipes se consolida como valor literario non nato. Incluso en el Materno de Oviedo tenían un amplio despliegue preparado para la deseada urgencia. Finalmente, la historia no tendrá ese capricho. Oviedo amaneció este viernes vestida de azul. Engalanada para su gran cita anual, la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias, balcones, ventanas y escaparates del hermoso centro histórico mezclaron el azul de las banderas del Principado con el de centenares de pancartas de igual color en homenaje orgulloso al héroe local, Fernando Alonso. «¡Enhorabuena, campeón!» proclama a lo largo de toda su fachada el ayuntamiento ovetense.