Diario de León

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VEINTICINCO años hubo de esperar Hans Küng a que le recibiera el Papa. El teólogo suizo, que fue piña con Ratzinger como consultor del concilio Vaticano II, no se hablaba con el sucesor de san Pedro desde 1983. O no le hablaban, no le dejaban, que es lo más probable. Silencio de hierro. Le anatematizaron para la enseñanza. Cállese, le dijeron. Küng acató. De mal grado, supongo. Pero hace unos veinte días el pontífice le abrió las puertas de su despacho. Y despacharon largo y más tendido que tieso, porque el teólogo de las vanguardias salió en algunos aspectos reconfortado y asegurando que le habían sorprendido muy favorablemente ciertas posiciones del vicario de Cristo y de algunas medidas suyas o reformas que arbitraría para perplejidad, incluso, de los círculos más íntimos del solio pontificio. Caramba, páter, nos ha dejado usted desconcertados. Pero yo me fío a ojos ciegos de su criterio. Es un crédito que no me cuesta por la ley que siempre le tuve a sus libros y posiciones, ya de estudiante, cuando poco menos le leíamos a escondidas porque aquel claustro, excepto los profesores de Lógica y Cosmología, le tenían a su cátedra y posturas una tirria tremebunda. Sin embargo, tiene usted solvencia, aunque algunos quieran tomar su radical compromiso cristiano como doctrina incómoda y rayana en la desviación teológica. Ahora bien, nadie daba un ochavo por los pasos hacia adelante que podría dar este nuevo Papa, que ya casi no es noticia porque no se acompaña del espectáculo multitudinario usual en Wojtyla. ¿Y qué medidas serán esas que anticipa Hans Küng? No creo que apunten a modificar el celibato sacerdotal, como algunos pretenden o esperan. Tampoco creo que renuncie a dogmas para establecer la unidad entre las diferentes y perreadas confesiones e iglesias cristianas (el patriarca ortodoxo de Moscú, por ejemplo, sigue sin querer ver católicos ni en estampas). Los curas seguirán sirviéndose, pues, sin paisana, pero barrunto que a las mujeres les proporcionará Ratzinger un papel inédito. Esa será una de las novedades. Accederán no al sacerdocio, pero sí a órdenes menores y a un diaconado urgente que necesitan las parroquias despobladas de clérigos. ¿Será cierto que este Papa, a lo callado, pasará a la Historia?...

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