Diario de León

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ESA PANTERA que buscan por los bosques gallegos tiene aterrada a toda una contorna de pueblos con sus montes y bosques ya poblados de antaño y de por sí con miedos de meigas, santas compañas, ánimas y miserables a los que salen pelos en la cara y enlobecen, diría Ful. Y ahora viene a sumarse esta escurridiza bestia que ha sido vista ocasionalmente desde hace dos años, un gatazo enorme, una pantera, dicen. Y es probable. Quizá sea una mascota exótica abandonada, repudiada por crecer. Ahora los cachorros de tigre o los loros camboyanos pueden viajar en la jaula dorada de una baronesa o en la valija de un contrabandista. Adquirir un animal raro no es nada difícil. El miedo, pues, que han pillado en estos pueblos gallegos tiene su lógica, pero también su desproporción, porque en estos dos años la extraña alimaña sólo ha sido sorprendida en alguna ocasión; se esconde por norma. Tampoco se tiene noticia de ataque alguno a personas. Más raro aún es que no se hayan denunciado asaltos a ganados o corrales; ni sisquiera un chucho, con lo mal que caen los perros a los felinos. Sorprendente. Por lo visto, esa pantera o gatazo es más inocuo que una rana de san Antonio. Y rarito, porque ¿qué come entonces este animal, de qué se ha alimentado todo este tiempo?... Sin ninguna duda, rebuscando en vertedros; ¿qué otra cosa, si sobran desperdicios y toneladas de comida que tiramos a la basura? Además, si fue mascota de hombre blanco, sólo conoce esa comida. Ni siquiera sabe cazar una gallina entre alambreras, que es lo que hace hasta el raposo más tonto. Esa pantera tiene muchísimo más miedo que la gente. Huye de la paisanada y de sus modos. Hace unos meses estuvieron también buscando dos cocodrilos en un embalse de Madrid. Los jardines de Barcelona están plagados de loros asiáticos y periquitos americanos que se fugaron e hicieron colonias. Animales lejanísimos que jamás hubieran traspasado geografías pueden aclimatarse en estos ecosistemas; y afectarlos. La fauna también es inmigrante; y viene en pateras de lujo, en la góndola occidental del capricho por lo exótico. Dice uno que al menos repueblan nuestra despoblación rural. Entonces, a esa pantera, y habida cuenta de su inofensiva presencia sigilosa, deberían empadronarla y pillar turismo.

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