El transporte aéreo es responsable del 3 % de las emisiones de CO2
Son unos 25.000 los aviones los que cruzan diariamente el cielo de la UE y las previsiones apuntan a un incremento anual del 5% en los vuelos comerciales y en un 7% en los de carga (el transporte civil aéreo es responsable del 3% de las emisiones de dióxido de carbono). Según la Organización Mundial del Transporte, se pasará de los 720 millones de pasajeros del año pasado a 1.600 millones en el año 2020. Con el fin de acabar con la discriminación positiva que tiene el sector, el comisario europeo de Medio Ambiente, Stavros Dimas ha propuesto aplicar las normas del Protocolo de Kioto a los vuelos internacionales que operen desde cualquier punto de la UE, sea cual sea su nacionalidad, para que reduzcan sus emisiones contaminantes. Los vuelos nacionales ya están incluidos en el mercado de emisiones de cada Estado miembro. Según se afirma desde Bruselas, aunque las emisiones de gases causantes de efecto invernadero se han reducido en el seno de la UE un tres por ciento entre 1990 y 2003, las de dióxido de carbono producidas por la aviación mundial se han incrementado en el 73% en el mismo periodo y superarán el 150% en el año 2012 si no se adopta ninguna medida. Los aviones que vuelan a altitud de crucero también emiten sulfatos que repelen la radiación solar y óxidos de nitrógeno que contribuyen a la formación de ozono (impide la entrada y salida de los rayos del Sol) y destruyen el metano, produciendo efectos similares. Además, forman estelas de condensación y nubes en forma de cirros que también contribuyen al cambio climático y expulsan sulfatos. En palabras de Stavros Dimas, con la inclusión del comercio de cuotas de emisión de gases a la aviación internacional se podrán limitar esas emisiones al obligar a los operadores a comprar derechos de emisión a aquellos que sean más eficaces. Según el informe presentado por el comisario europeo, en la actualidad, el coste climático del transporte aéreo no se refleja en el precio del billete que pagan los usuarios y para que el sector cumpla con el principio de «quien contamina, paga», la solución propuesta es gravar a las compañías con una tasa de entre 10 y 50 euros por tonelada, que acabará repercutiendo en el precio del billete calculándose una subida de hasta 29 euros por pasajero y vuelo.