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La fibra óptica podrá sustituir a los dispositivos informáticos electrónicos

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A. Álvarez - león
León

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Un grupo internacional de investigadores, del que forma parte el científico del Instituto de Física Aplicada del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Miguel González Herraez, ha publicado los resultados de su investigación en la revista Applied Physics Letters, en los que demuestra que se puede controlar ópticamente la velocidad de la luz en una fibra óptica, a temperatura ambiente y a cualquier longitud de onda, incluyendo las longitudes de onda de las comunicaciones por fibra. Según explica el CSIC, el equipo de investigadores ha conseguido sintonizar la velocidad de pulsos de luz entre 71.000 km/seg hasta infinito (el pico del pulso sale de la fibra al mismo tiempo que entra) e incluso velocidades negativas, para las que el pico del pulso sale de la fibra antes de entrar. Este hecho podría ser de utilidad en los procesos de encaminamiento de señales en las redes de comunicación basadas en fibra óptica. En la actualidad, en los nodos de encaminamiento es necesario convertir la luz al dominio eléctrico, almacenarla, enrutarla y volverla a convertir al dominio óptico. Esta conversión puede disminuir la velocidad de la transferencia de información en un factor de 10. Esta nueva técnica permitiría la realización de buffers enteramente ópticos que evitarían la conversión de las señales ópticas en eléctricas. Los autores apuntan que se trata de un método fácilmente escalable a un prototipo y bastante barato de realizar. En 1905, Einstein publicó su primer trabajo de relatividad especial. En él se establecía como postulado que la velocidad de la luz es igual en todos los sistemas inerciales de referencia y, a partir de aquí, se deducía un amplio conjunto de efectos que verificarían los cuerpos en movimiento (dilatación del tiempo, aumento de la masa, contracción de su longitud en la dirección del movimiento) para llegar, como consecuencia fundamental, a que un cuerpo no puede desplazarse a una velocidad mayor que la de la luz en el vacío, la famosa constante c, cuyo valor exacto es 299.793 km/seg. Al contrario de lo que se podría suponer, estos experimentos no ponen en duda la famosa teoría de la relatividad de Einstein, ya que las mencionadas velocidades superlumínicas conciernen sólo una parte pequeña del pulso, el pico, mientras que hasta ahora la transmisión de información no se ha podido realizar a velocidades mayores que c.