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MUERTAS las ideologías, las canteras del voto fácil son hoy explotación a cielo abierto de las vetas que afloran en los nacionalismos del resentimiento, en el amplio sector de la pensionitis y en el mujerío emergente a quien todos halagan, adornan o embuten en una cuota paritaria o en un diferenciador «todos y todas». Ahí le duele una publicación auspiciada por el gobierno autonómico de Castilla-La Mancha en la que se invita a las mujeres a conocer las técnicas de autoestimulación (manustupratio dice el latín) y practicarlas (cascársela dice el román paladino), o bien pasar directamente a la tortillería, al bollo. Los políticos del sitio se encastillaron en sus trece asegurando que no sería retirada esta publicación, pero ante el aluvión de críticas que ha despertado (el arzobispo de Toledo les ha corrido a hisopazos) será suspendida su distribución como material de apoyo a los docentes, a centros escolares o federaciones de padres, pasándose el texto a revisión por parte de psicólogos y expertos. Han aplazado la cosa, pero resistiéndose tercamente por aquello del sostenella y no enmendalla y alegando que la autora del texto es un prestigiosa especialista y que cosa similar han hecho también los navarros, vascos y gallegos, donde la paja mental parece también objetivo nacional. Curioso es a su vez el título de este texto, «Guía para chicas» dice allí. Sin embargo, cuando, ante un vino o un licor algo flojo, digo yo que «es de chicas», siempre me echan una bronca descomunal por lo que de sexista y minusvaloración entraña la expresión. «Chicas» fue también una aberrante y educadora publicación periódica que en su día inspiró la Sección Femenina para preservar a la juventud con faldas de los aires de libertad e igualdad, atándolas al bastidor de bordados, a la galera de la maternidad y al discreto papel de ir siempre un pasito detrás del rey de la casa, del mundo, del cuento y del cuchillo. Aquí el caso es que todos quieren educar a las chicas, arrimarlas a la causa y al voto. Hacerlo ahora levantándoles las faldas y diciendo que su coño y su ombligo son el centro del universo, proporciona aplausos y voluntades que el político huero y pescador en revueltos está dispuesto a creerse y explotar. Ahora, en fin, sólo espero que alguien publique la «Guía para chicos»; será la polla.

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