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Gente de aquí y de allá | Un fugitivo que levanta pasiones

Y todo por tres gallinas...

Ante un Musac repleto, Eleuterio Sánchez, «El Lute», abogado y escritor, presentó en primicia en León la segunda parte de sus memorias y habló de cómo superar la espiral de la cárce

Publicado por
E. Gancedo - león
León

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Un Musac abarrotado aguardaba la presencia del hombre al que unos recordaban como el protagonista de las fugas más espectaculares del franquismo, otros, como una especie de «hombre del saco» con el que se metía miedo a los niños; para los más jóvenes era el personaje de una película y un libro. Para todos, un mito. Y todas estas generaciones estaban representadas en el acto de ayer. Comenzó Eleuterio Sánchez, antes el perseguido bandolero llamado El Lute , hoy abogado, escritor y conferenciante, recordando -además de la procedencia leonesa de su padre-, una anécdota relacionada con esta ciudad, escogida además por él para presentar el segundo tomo de sus memorias: Mañana seré libre . Data de 1966, el año de su primera gran fuga. Se escapó de la cárcel de Carrión de los Condes (Palencia) y recorrió los campos yermos con el brazo roto, magullado, sin nada que comer y totalmente desorientado. Ante el riesgo de andar en círculos, optó por seguir una línea de postes eléctricos que le llevó nada menos que a la capital leonesa. Se internó en un barrio, se apropió de la primera vespa que encontró y, montado en ella, llegó hasta Salamanca, su ciudad natal, donde fue capturado. Hace poco se enteró de que esa vespa había sido subastada y quien la había comprado era... ¡un guardia civil!, quien estaba encantado de poseer «la moto con la que se escapó El Lute ». «Entonces se creía que yo era una especie de licántropo, mitad hombre, mitad bestia». «Y yo me pregunto -continuaba-; ¿cómo se pudo condenar a muerte a un joven que no había matado ni herido nunca a nadie?». Para Eleuterio, cuyo primer arresto tuvo lugar en el invierno de 1960 por robar tres gallinas en Badajoz para dar de comer a sus hijos, la respuesta está clara: «Eso sólo era posible en una dictadura fascista». En el penal pasó de una situación en la que oscilaba «entre el homicidio, el suicidio y la idiotez» a percatarse de que los payos (él pertenece al grupo de los mercheros , ni gitanos ni payos) lo controlaban todo. Y me puse manos a la obra». De ese tesón salió su licenciatura en Derecho. Es «lo único bueno» de las rejas: el tiempo. Pero todo lo demás es nefasto: «La cárcel es la universidad del delito, el 92% de los presos, reinciden». «Los verdaderos delincuentes son los que crean las situaciones de desesperación y protomiseria». Su gran consejo: la cultura. Cultivar el cerebro del hombre, «que no tiene límites». «Ante un pueblo culto no caben dictaduras. Ni mujeres que asusten a sus hijos con El Lute ...»

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