El paisanaje
Salut y força al canut
OIDO LO OIDO el miércoles está claro como el agua que el Estatut catalán va a salir adelante, porque ya ha sido pactado bajo cuerda. Ahora sólo falta vestir al santo, desvistiendo a los demás, en un farragoso trámite parlamentario de unos diez meses de palabras vacías, mucho debate, talante a manta y votar uno a uno nada menos que doscientos y pico artículos. Son la letra menuda de un trato como los que a menudo cualquiera firma con los bancos y en el que siempre llevas las de perder. Porque eso es de lo que se trata, o sea dinero e impuestos, y lo demás son pamplinas y ganas de marear la perdiz. El dichoso Estatut podría haberse resumido en un preámbulo y dos artículos, de los cuales incluso sobraría la mitad. A saber y primera declaración institucional: «ésta es la nación de Juan Palomo». Y luego y artículo primero «yo me lo guiso y yo me lo como». Articulo segundo, «el que venga detrás, que arree». Y, disposición adicicional transitoria, «si sobra algo, to pa mi». Ya se ha dicho todo y la clase política tramuntana ha conseguido, por fin, un concierto económico a la vasca, que, lejos de moderno o solidario, es una rémora fiscal de las carlistadas del siglo XIX, cuando a la hora de negociar la paz se rindieron en el Acuerdo de Vergara mosquetes y espadones, pero no la pasta gansa. Franco, de tan progresita que era, se la respetó también. Esta percepción mía la comparte alguno que otro más, como el presidente autonómico extremeño, señor Ibarra, que sobre el victimismo catalán sólo pudo exclamar el otro día con asombro asombroso lo de «es la primera vez que veo a los ricos quejarse de que les exploten los pobres». Y suponemos los dos que piensa lo mismo el manchego Bono, que está desaparecido o missing , como dirían en el Ministerio de Defensa. El segundo de la cola, después de Maragall, es Ibarretxe. En Francia, cuando propuso su referendum de autodeterminación, le advietieron ya que «rien va plus» en plan fino casino, eso sí. Y cada vez que vuelve a insistir la respuesta es siempre la misma: «Oh, la, la, monsieur». A continuación empaquetan para acá a un etarra o dos. Zapatero, que presume de talante y buenas maneras, no pasaría de becario en Versalles. Qué pueda ofrecerles a los vascos más de lo que ya tienen no se sabe. Dijo el otro día Rajoy que peinar constitucionalmente el Estatut Catalán era como hacerle la permanente a un puercoespín. Siguiendo la misma lógica la solución en Euskadi podría ser una fábrica de boinas cuadradas. Hay semanas que dan unas palpitaciones que no veas. En ésta, por ejemplo, nos hemos enterado de que en el granadino pueblo de Jun un centenar de ocupas ha invadido dos bloques de pisos expulsando a sus inquilinos. Y allí seguían hasta ayer, recibiendo citaciones del juez a través de la Guardia Civil en vez de dos manos de leches o leches a dos manos. Trasladado esto último a la España de las autonomías, que de momento sigue siendo un sólido bloque, algunos recomendaríamos a Mariano Rajoy seguir el ejemplo de las «soluciones ocupacionales » a lo ministra Maria Antonia Trujillo que han alegado los gitanos granadinos , los cuales no cabían en el Sacromonte, aunque a él le repugnen como registrador de la propiedad. Más de la mitad del vecindario de Euskadi son ya maquetos y pare usted de contar el número de charnegos en Cataluña, incluído el ministro Montilla. Si a los gitanos de Jun casi no ha podido echarlos el juez porque alegaban derechos históricos de la tierra y de la estirpe (el «Ius Solis» y el «Ius Sanguinis» de un sobrino del Tío Caquichu, que leyó a Cicerón y va casi para abogado), a ver cómo piensa desalojar el Constitucional a los nuestros de Ermua o Casteldelfells. Lo que pasa es que nuestra gente se ha integrado allí en demasía. Te emigra un hijo o un primo normal a ganarse el garbanzo y, de vuelta por Navidad, en vez de Feliz Nochebuena te sueltan un Zorionak o Bon Natal. Es de maleducados -o de gilipollas, según mi abuela- regresar a casa y no saludar con el «a las buenas» de siempre. También Montilla debería saber que un andaluz chamuyando catalán desafina tanto o más que las rumbas de Peret. Nicolás Redondo en Euskadi (los dos nicolases) suenan bien porque tienen a mucha honra proletaria que ninguno le haga tragar las erres. Por cierto que allí Feliz Año Nuevo se escribe «eta urbe berri on». Aviso a Zapatero: ya sólo con el primer palabro mal empezamos. Hoy no da tiempo, pero otro día escribiremos de minucias, como el futuro del carbón, el precio del gasóleo para las calefacciones, la gripe aviar o la huelga de los técnicos sanitarios, que ayer tampoco me hicieron a mí y a mil más una radiografía. Como dirían Tip y Col, mañana hablamos del Gobierno.