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AL HABLAR de los planes y posibles leyes de Educación se nos llena la boca, pero después las palabras y las buenas intenciones se las lleva el viento. Ahora mismo tenemos el problema en la calle. Primero han sido los chicos en edad de hacer el Bachillerato -palabra exacta, cargada de historia y resonancias cervantinas y quevedescas que habría que rescatar- quienes se han echado a la calle para exigir a la ministra de Educación y Ciencia que haga de verdad una ley de izquierdas. Mañana sábado es lo más severo e híspido de la derecha nacional -incluida una parte de la clerecía- quien anuncia que va a salir en procesión profana contra el Gobierno de ZP. Me decía la ministra San Segundo que la LOE, que está todavía en fase de proyecto, no va contra nadie y que no es cierto que limite la libertad de los padres para elegir el centro al que quieren llevar a sus hijos. También -añadía- que la LOE respeta el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Siendo éste uno de los principales denuestos que ha recibido el proyecto desde la oposición, no alcanzo a entender cómo no llegan ya a un acuerdo, pues es la propia Constitución la que consagra y garantiza este derecho. También dice la ministra que no habrá recortes en los planes de estudio de las Humanidades. Si al final es así -no olvidemos que la LOE aún es una crisálida-, será lo mejor que puede pasar porque sin saber de dónde venimos (en la Historia, en la Filosofía o en el Arte), es seguro que equivocaremos el camino del futuro. Además de las Matemáticas, la Física, la Química y todas las especialidades científicas relacionadas con las nuevas tecnologías, en los colegios, en los institutos y en la Universidad deben permanecer vivos los estudios clásicos. Todo cuanto nos rodea nos remite y encuentra explicación en los clásicos. Sus ideas preservadas a lo largo de los siglos bajo el envoltorio de la tradición han conformado nuestra forma de interpretar y explicar la vida. El retorno de los clásicos llevará a los más jóvenes a descubrir el Mediterráneo de la Cultura con mayúscula. También les ayudará a encontrar algunas respuestas para entender el mundo y las sobrecogedoras incertidumbres de la condición humana.

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