CORNADA DE LOBO
No enredes
TREMOLINA es la palabra. Por meterme con esa campaña de conceyus chóvenes que exigen la «oficialidad» de no sé que lengua que por aquí no se habla, me han armado una tremolina tras la nuca («tremolina: bulla, confusión de voces y personas que gritan y enredan, o riñen», es decir, esto mismo que ves aquí en estos campos desolados y en el derredor de una identidad que desesperadamente te buscan, oh Fabio). Llegó a decirme uno de los más tontines que moscardean en esta contrata lingüística que al «lleounés» lo masacró en orquestada campaña el franquismo, toma ahí, franquismo que ni conoció por el forro ni lo sufrió por asomo. A Franco lo que precisamente le cabreaba, rapaz, era que se hablara en castellano clarito, en román paladino, ya ves; le enfurecía; y la cosa folklórica -incluída la lingüística con estudios y divulgaciones- la convirtió en patrimonio de la Sección Femenina, de cuyos bailes y filosofías eres más nieto de lo que supones. Pero, enfurecido con mi fascismo castrador de idiomas, aseguraste que el pretendido «lleounés» se habla, ¡vaya si se habla!; y añadiste que me ibas a llevar a sitios donde sigue vivísima la huella hablada del viejo imperio leonés, «porque tú no tienes ni puta idea de esta tierra; no conoces». Así será, seguramente, porque después de repetir curso cincuenta veces pateándome esta asignatura que llamaremos León, cada vez «reconozco» menos y entiendo casi nada; a ello contribuye la peña del delirio en la que militas exigiendo el morrocotudo disparate de normalizar una pretendida lengua que sólo es atropo de urgidas barreduras y exigir una costosísima oficialidad que os colocaría vitaliciamente en el chollo, monitoreando concursos de cuentos en llionés occidental y aulas municipales de pachuezos parameses o bables terracampinos. Echo de menos cómo valora esto del leonés Concha Casado Lobato (que es lingüista de oficio y sólo etnógrafa de afición y voluntad), pues su criterio (que supongo respetáis) podría orientaros en esta tremolina dejando cada cosa en su valor y, más importante, en su coste. Debería salir a esta palestra, pues aquí tiene algo que decir desde su fundamento científico, salvo que tema escocedura por tocar ese sentimiento (resentimiento) nacionalista que late en este sobeo de hablares muertos.