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León

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A ZP no le cierran los micrófonos en Barcelona y le pillan entre el aburrimiento y la imperiosa necesidad de un pacto: con los participantes en la cumbre euromediterránea, con la enseñanza concertada, con sus socios ERC e IU, con Convergencia, con el PNV y con ETA, y con el sursum corda. Florentino Pérez tiene problemas con los galácticos, aunque sigue imparable su avance por la economía, OPA va OPA viene, y negocia un entramado de intereses para fortalecerse en Unión Fenosa. Mientras el Barcelona va como un tiro, en el Real Madrid se hacen apuestas sobre si Luxemburgo tomará el turrón en Madrid, y sobre si Casillas renovará o no. FP, sin embargo, tiene un consuelo: las eléctricas y la construcción dan mejores dividendos que el fútbol, pero el fútbol abre puertas que la economía no conoce siquiera. Bargalló brinda con cava catalán con Rajoy, pocos días después de que el dirigente de Esquerra Republicana hubiera puesto a bajar de un burro al líder popular y al presidente de Freixenet por haber hecho lo mismo. ¿Cuál es la diferencia? Ricard Fornesa también eleva a categoría la «españolidad» de La Caixa, y hace profesión de fe de su independencia y su apoliticidad. Da la impresión de que se empezaban a resentir seriamente las cuentas de la Caja fuera de Cataluña. Y los centros de la enseñanza religiosa privada están a punto de firmar un acuerdo con el Gobierno, que aliviará el maltrato recibido desde hace casi veinte años por la escuela concertada, pero que va a dividir a las organizaciones que defienden la libertad de enseñanza y el papel de la religión en la escuela. ERC ha aceptado que se concrete el contenido de enseñanzas mínimas que deben dar los centros catalanes, y Convergencia ha presionado para que la escuela concertada -muy fuerte en Cataluña- reciba un trato más digno. Es decir, la distancia entre Madrid y Barcelona es mucho menor de lo que algunos quieren. ¿Quieren otro dato? El puente aéreo entre Madrid y Barcelona es la ruta aérea más transitada del mundo. Pese a los sesenta vuelos diarios, las colas son cada día mayores y tiene más viajeros que Tokio-Osaka, Nueva York-Washington o Londres-Dublín. No es una mala señal. Los catalanes tendrían que venir más a Madrid y los madrileños, más a Barcelona. Sería una señal estupenda.