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Gente de aquí | Cuatro esposas y un recital

El traje blanco, el velo arcoiris

La primera boda entre mujeres celebrada en León une a Pilar García, presidenta de Cogale, con Iluminación Monje, y a su antecesora, Isabel Pastor, con Meritxell Formatger

León

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El día de la boda y el del juicio final pudieron no andar muy distantes. Si una novia ya se retrasa de por sí, cuatro... Pero no. Después de media hora escasa de espera, por la escalinata del salón de Plenos del viejo Ayuntamiento, apareció Lumi. Y a Pilar, micrófono en mano, le tembló la garganta, no el pulmón. Yo estaba donde no tenía que estar, y pasaste tú, como sin querer pasar. Pero prendió el azar semáforos carmín, detuvo el autobús y el aguacero, hasta que me miraste tú. Tanto tiempo esperándote... cantó el maestro Serrat, por boca de mujer. Isabel, se aferró con ganas a la mano de Meritxell, aquella que apenas llegó, se instaló para siempre en mi vida, que no hay nada mejor que encontrar un amor a medida , que dijo Sabina. Así que las concejalas socialistas encargadas de oficiar la ceremonia, Teresa Gutiérrez y Susana Travesí, acudieron al amparo de la lógica, «que mejorar esto es imposible», para salvar los tragos traicioneros que a veces viajan en el mismo baúl que la emoción. Habló Amparo Valcarcel desde la distancia: «Os mando una epístola laica, para recordaros que ahora una ley nos dignifica a todos, aunque este acto os da compañera, que no sierva». Intervino también Carmen, la amiga cómplice que tiene toda pareja: «Ahora que quitamos los disfraces, ahora que podeis ya ir de la mano, ahora que las voces son procaces, y que a un zapatero le han crecido los enanos (...) amaos sin temer los contratiempos». Gratitud absoluta Y entre el agradecimiento de tanto cariño hecho lírica, y un puntito de paciencia estoica, que aún están por inventar los zapatos nuevos que no hagan daño en los casorios, llegó la hora de darse la mano por encima del mantel sin dejar de ser palomas al vuelo, que ya nada tiene de especial. Con permiso de la autoridad, porque el tiempo ya no impide que lo que ha unido el hombre no lo separe ni Dios, dos pares de parejas consintieron en contraer matrimonio de pleno derecho. Despedidos ya «tantos días y noches creyendo que la oscuridad sería el único testigo de una realidad hermosa, tú y yo», que le dijo casi en verso a Lumi, Pilar hubo de reconocer que los nervios le habían obligado a pasar la noche en blanco, después de tantas mañanas negras. Y por una vez, los murmullos que vinieron por la espalda eran de amigos. Unos solteros. Otros, simplemente emparejados. Y unos cuantos, casados. «Felizmente» musitaron Pablo y Jonás. La primera boda entre hombres ya era historia. Ahora lo es la de mujeres.