Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

Puerta, templo y morada

Publicado por
JOSÉ ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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LA HERMOSA imagen de la Virgen de la Esperanza, que se venera en la Catedral de León, nos introduce en el espíritu de esta última semana del Adviento. María es el modelo e icono de la esperanza de la Iglesia y aun de toda la humanidad. El Papa Benedicto XVI, al comienzo del Adviento (26.11.2005), ha dicho que María compartía las esperanzas de su pueblo. Un pueblo que vivía desde siglos a la espera del Mesías. También María lo aguardaba. «Esperaba con gran ilusión la venida del Señor, pero no podía imaginar cómo se realizaría esa venida. Quizá esperaba una venida en la gloria. Por eso fue tan sorprendente para ella el momento en el que el arcángel Gabriel entró en su casa y le dijo que el Señor, el Salvador, quería encarnarse en ella, de ella. Quería realizar su venida a través de ella. Podemos imaginar la conmoción de la Virgen María. Con un gran acto de fe y de obediencia dijo 'sí': «He aquí la esclava del Señor». Así se convirtió en 'morada' del Señor, en verdadero 'templo' en el mundo y en 'puerta' por la que el Señor entró en la tierra». Vida y libertad En el evangelio de hoy se proclama una vez más el relato de la anunciación del ángel a María (Lc 1, 26-38). Lo hemos leído muchas veces. Pero es un relato que siempre nos ofrece lecciones inolvidables. Como éstas tres: - Dios no olvida la suerte de la humanidad. La existencia de ésta no es inútil ni absurda. Alguien de la estirpe humana «ha hallado gracia ante sus ojos». María representa ese resto de Israel que se ha conservado incontaminado ante Dios. - Dios quiere hacerse presente en la historia humana de un modo nuevo y nunca imaginado. Un niño, concebido gracias a su misericordia y su poder, llevará un nombre significativo: «Dios salva». La señal esperada se manifiesta precisamente en la vida más débil. - Dios que ha creado libremente a la humanidad no pretende imponerle por fuerza la salvación. Quiere contar con la libertad humana, por herida que parezca. El único diálogo que puede salvarla de sus heridas y desgarros se restablece en el «sí» de María. Oración y ofrenda «Hágase en mí según tu palabra». No se pueden dejar en el olvido estas palabras con las que María responde a la oferta de Dios. Nos remiten al pasado, al presente y al futuro. ¿ «Hágase en mí según tu palabra». Ayer, esta respuesta de María significaba la fe de «la que creyó». La humilde y fecunda aceptación del proyecto de Dios sobre ella y sobre el mundo. ¿ «Hágase en mí según tu palabra». Hoy, esta plegaria de la Iglesia significa su disponibilidad para hacer creíble, mediante el servicio de la caridad, el mensaje que le ha sido confiado. ¿ «Hágase en mí según tu palabra». Mañana, esta declaración de la humanidad ha de hacer realidad el sueño de una esperanza activa y comprometida a favor de la fraternidad universal. - Señor Jesús, en medio de la algarabía de las fiestas con que celebramos tu nacimiento, queremos agradecer tu venida, acogerte entre nosotros y presentarte a nuestra sociedad. A ver si lo logramos.

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