Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Que si Galicia nos quiere gobernar

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VICTORIANO CRÉMER
León

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NO SE SABE EXACTAMENTE quien es el autor de la invención, pero ya se ha impuesto en el ánimo de los leoneses: Galicia quiere la parte de León que, según su geopolítica le corresponde, le pertenece y por la que está dispuesta a abrir como para la gran batalla. Los novísimos capitanes del reino que un día sí que fuera galaico-leonés han fijado su cuadro de reivindicaciones, para el ajuste de la gran Galicia la Varona, en territorios tan entrañables del patrimonio histórico y humano de León como: Puente Domingo Flórez, Carucedo, Sobrado, Oencia, Barjas, Vega de Valcarce, Balboa, Villafranca del Bierzo, Vega de Infanzones y no sé si también Trobajo del Cerecedo, donde habita un vecino nacido en Villafranca que acabó instalándose con carácter definitivo en León. No es esta ni será la última vez que se escuchan voces reclamando la incorporación de partes muy importantes de la formación administrativa, política y cultural de la capital del Viejo Reino, León, para su recuperación como parte rigurosamente perteneciente al patrimonio galaico, para lo cual arbitran el lenguaje, el idioma, el habla, la lengua, la manera de mover el esqueleto, de un tono, acento y música estrictamente gallega dominante en territorios tan emblemáticos como por ejemplo todo E l Bierzo, naturalmente incluyendo Ponferrada, su capital. La información de lo que se considera un despropósito político de obligada inclusión en el Código Penal que castiga los extravíos de las neuropatías fulminantes, ha despertado además de curiosidad, una cierta inclinación a conceder democrático para hacer el ridículo. Y no porque esta clase de demandas no se den con frecuencia en España, donde las distribuciones suelen ser frecuentes y muchas veces hasta dolorosas, sino porque el hecho de que en algunos de estos enclaves predomina el gallego, como medio de expresión de más cómodo manejo, no supone, no debe suponer, que el berciano, o el maragato, por aceptar el bilingüísmo como un acto perfectamente aceptable, se vaya a comprometer a ceder la primogenitura por otro plato de lentejas. Los señores de la Galicia fraterna tienen derecho a sugerir, a inventar y hasta a soñar con el dominio de León entero y con el de la región asturiana, que también incorporan a sus exigencias, pero con algún fundamento mucho más natural y administrativamente soportable que el hecho de su contagio idiomático. Parece el suceso más bien un tema para intentar la parodia de las nuevas democracias fruto de elecciones, más o menos limpias, de polvo y paja, pero es que tal como se están produciendo las cosas no parece sino que se está fraguando una cierta forma de sociedad mercantil para quedarse con todo. A León le están despojando de cuanto pudiera ser decisivo para su rehabilitación: influencia política, centros administrativos, industrias y dispositivos para su desenvolvimiento. No satisfechos con el despojo que supondría anexionarse parte muy importante de la querida región leonesa-berciana, intentando la participación de lo que nos dejaron los invasores, desde Almanzor hasta Martín Villa, de parte precisamente de las porciones humanas de más fidelidad y amor, Galicia, insertas ya como leoneses de corazón y de costumbre a estos ilustres restos de nuestra historia común. Rosalía lo diría de otra manera: «Castellanos do Castella/ tratatas ben os galegos, cando van van como rosas/ cando vénen como negros».

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