Cerrar

Creado:

Actualizado:

UN TOLDO de mierda hecha humo acolchó el cielo navideño el día que tenían que haber tocado loterías en esta paramera de la suerte y no ese descomunal pedo negro que un ilegal vertedero de neumáticos nos propinó al incendiarse «casualmente» (en la casualidad de los cabrones) envenenándonos el aire del común y el sagrado respirar. Es crimen, paisano; un crimen envuelto en el celofán del cachondeo administrativo. Aquella mañana había dejado escrita esta columna con el premonitorio título «Ni respires», en la que se anotaban la impunidad de estas fogatas industriales de cubiertas o aceites y los delitos en secuencia que otro neumatiquero gemelo de fechorías viene perpetrando en estas tierras (sobran noticias de este delincuente por Villandangos y por ahí). De haber aparecido ese mismo día la «cornada», alguien podría haber sospechado con alguna lógica que el autor del incendio habría sido yo necesariamente, con tal de enchufarle acierto a lo que no nació como profecía, pero lo fue. Regresando del Bierzo aquella tarde-noche vi en el cielo nítidamente estrellado el festón negro de la humareda espesa y tóxica que iniciaba su lenta procesión hacia los cielos maragatos. Y ya cerca, las llamaradas gigantescas alcanzaban la misma altura de una catedral. Al día siguiente roló el pestilente reguero de humo hacia la montaña babiana. Amén de aquí, ¿dónde les habrá llovido toda esa tufarada mortal, ese luto que le pusimos al aire?... Estas cosas de la peste en suspensión arrojada a los ríos del viento tienen vocación de viajero largo y entretenido. Ya te conté que los franceses se rebotan lo suyo -y son muy suyos- cuando en los interminables bosques de las Landas ven llover la nube ácida que escupen las altísimas chimeneas de las centrales gallegas de As Pontes tras viajar dos mil kilómetros por los corredores atlánticos de los vientos que besan Galicia y mean Europa (sale ese penacho de la guarrada incluso en imágenes de los satélites meteorológicos, fotos que los franceses adjuntan a sus denuncias ante la comisión europea pertienente). ¿Y a quién nos quejaremos aquí tras el criminal incendio de Castrillo; a quién apelar, si al parecer la autoridad autonómica pertinente -o impertienente- asoma con su cuota de negligencia en el asunto?... Aviados -y muy ahumados- vamos. Hoy es san Joderse.