Rápidamente una negra cortina de humo se dirigía, empujada por el viento, al casco urbano de León lo que hizo saltar todas las alarmas.
Se calcula que más de 300.000 ruedas han ardido estos días. Los vecinos de la zona están preocupados por los efectos que la nube de humo pueda ocasionar en sus vidas.
Los responsables de la Junta se personaron desde el primer momento en la zona para evaluar el grado de contaminación medio ambiental que provoque el siniestro.
Los vecinos de la zona está preocupados, sobre todo, por los niños y por los ancianos, los más vulnerables a la hora de sufrir los efectos del aire contaminado.
Las labores de extinción también han contado con la ayuda de maquinaria pesada, encargada de remover la masa deribada de los neumáticos quemados, para evitar que se produzcan nuevos focos.
También se han utilizado medios aéreos para sofocar las intensas llamas.
Los bomberos han trabajado duro durante horas y horas para combatir las llamas que han permanecido activas durante varios días.
El resultado de los análisis del aire de los técnicos de la Junta anuncian que algunos de los valores que indican la calidad del aire son altos, aunque ninguno llega al nivel de alerta.
El uso de las mangueras lo consideran casi ineficaz, ya que durante el viernes llegaron a verter 200.000 litros de agua en una zona de cien metros cuadrados y no consiguieron extinguir las llamas.
En los próximos días los técnicos analizarán también la contaminación del suelo, por las partículas caídas, y los acuíferos.
Uno de los análisis más alarmantes ha sido el que mide las partículas en suspensión, que el sábado alcanzó una punta de 38 microgramos por metro cúbico, cuando el nivel de alerta está en 50.
Los bomberos tuvieron que romper una acequia cercana para que el agua del Porma inundara la finca y aminorara el fuego.