El empleo de la biomasa genera en la comunidad 14.000 vatios al año
En los últimos años se está produciendo un aumento en el uso de la biomasa como materia prima para generar energía. En Castilla y León, cada vez son más las industrias agrícolas y forestales, así como las comunidades (cerca de un centenar) y centros públicos (piscinas, colegios) que apuestan por esta fuente energética y reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Las calderas de biomasa doméstica funcionan como las convencionales, con la diferencia que en el depósito de combustible se emplea biomasa, y ya existen distintos modelos que pueden ser adquiridos por los interesados. Según se afirma desde la Consejería de Economía, tras una inversión que ha superado los 2.000 millones de euros, funcionan actualmente en nuestra comunidad más de 300 plantas en las que se queman 4.000 toneladas de biomasa capaces de producir 14.200 megavatios al año. Por provincias, destacan las de León y Palencia, con 153 y 78 instalaciones, respectivamente, en su mayoría de uso doméstico, que se alimentan a partir de leña, o briquetas. Les siguen las de Salamanca y Valladolid, con 20 plantas cada una, Burgos, con 14, Segovia, con 10, Ávila, con 8 y Soria y Zamora, con 4 cada una. Una de las plantas de biomasa más importantes a nivel doméstico es la de la localidad segoviana de Cuéllar, que lleva seis años funcionando y proporciona agua caliente y calefacción a cerca de 10.000 personas, a las que se añaden el polideportivo municipal, un colegio público y el centro cultural. En cuanto a las plantas industriales para generar electricidad, aunque en la actualidad no hay ninguna en funcionamiento, destacan los proyectos de Burgos, Baltanás (Palencia) y Campaspero (Valladolid), en los que se utilizan residuos forestales y cultivos energéticos, o el de La Robla (León), a base de residuos avícolas (gallinaza). De Castilla y León dependería el 27% de la producción energética total a partir de restos forestales, es decir, más de 120.000 toneladas equivalentes de petróleo, lo que supondría actuar y mejorar 30.000 hectáreas de bosque al año (supone duplicar el actual ritmo de tratamientos silvícolas que se realizan actualmente) y extraer cerca de 300.000 toneladas de biomasa.