Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

El comercio de la carne

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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DEBIERA SER AÑADIDO el titular que no se trata ni mucho menos del benéfico comercio de la carne de vaca, o de cordero o de lechón, pongamos como artículos de consumo sometidos, por la ley de la supervivencia humana a comercio libre, sino del comercio que en España se está desarrollando de modo vertiginoso y en proporciones colosales con las infelices chicas de España, África, América y Oceanía. Son ya millones las mujeres que, engañadas o no por contrabandistas de la carne, aparecen incluidas en las relaciones de señoras ejercientes del oficio que dicen más antiguo del mundo. Entre izas, rabizas y colipoterras, según la nomenclatura descubierta por Camilo José Cela, vienen funcionado a la sombra nocturna de locales de alterne, dicho sea discretamente o puterío descarados y a toda luz, según la denominación de origen del producto, tantas chicas, señores y hasta ancianitas asiáticas, un número superior a las dominicanas, ecuatorianas o de Tegucigalpa dedicadas al noble oficio del servicio doméstico. El ejercicio, profesión o lo que resultare del sumario de inmigrantes femeninos ilegales dedicadas a la prostitución, en sus distintas variantes, está considerado como un delito de lesa organización sindical y cumple al estado corregir y controlar el ejercicio del comercio carnal entre unos y otros y entre otras y unos, cuando no se produce entre ejercientes del mismo sexo, y a la policía interactiva local, estatal y supernumeraria la acción de erradicar de las calles, plazas y carreteras todo signo de degradación de la especie. Y como se está demostrando que ni con toda la guarnición africana de soldados y guardias bastaría para equilibrar las fuerzas del ejercicio abierto de la prostitución y la recuperación para el bien común de las infelices dedicadas a nutrir las bolsas de chulos y proxenetas, se está pensando en el modo de organizar un comercio mucho más floreciente que el de la Tabacalera. Para lo cual se piensa en retroceder en el tiempo para reimplantar la fórmula del dicho comercio carnal mediante la promoción de Sindicatos que atiendan, con todas las de la ley, a la lucha contra la explotación de la mujer por el hombre. En nuestros territorios históricos, que siempre mantuvieron la decencia como un pendón (dicho sea sin intención), el uso y el abuso de la señoras dedicadas al alterne es mucho más activa que la de cualquiera de las providentes y saludables ONGs que andan buscando fórmulas que eviten el repugnante comercio libre de las mujeres rumanas, por ejemplo. O sea que debiera estudiarse si la proclamación de dichos contactos no santos pudieran o debieran regularse a fin de que el ejercicio de alterne resulte un legal oficio mediante el cual, con el menor escándalo posible, pudiera la mujer emanciparse. Desde mi insignificancia y recordando la historia de las mujeres que fumaban de nuestra época, solicitamos humildemente que sean atendidas nuestras demandas. Y que lo mismo que se busca y se encuentra una cierta línea de conducta social para los arrepentidos y se les encaja en la Seguridad Social, lo mismo a los de La Guayana que a los de Trobajo del Cerecedo, se haga algo análogo con esas desdichadas mujeres, vilmente explotadas por sucios comerciantes de la carne humana. Porque, dígase lo que se quiera, también las putas son de Dios, como lo son los angelitos negros, que cantaría Antonio Machín.

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