Diario de León

Diario de una aventura Desafío extremo Antártida-Monte Vinson

Estamos preparados para salir

Escribo desde Punta Arenas aún y si hay suerte de madrugada podré volar hacia la Antártida: hacen falta unos mínimos climáticos para aterrizar en mitad de la nada

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Escribo desde Punta Arenas, aún, pues si tengo suerte de madrugada estaré volando hacia la Antártida: hacen falta unos mínimos climatológicos para poder aterrizar en mitad de la nada. He asistido ya a una reunión obligatoria para los que viajamos al interior del continente. He conocido también a los que serán compañeros de pasaje, la mayoría científicos que viajarán a la base de Patriot Hill o al mismo Polo Sur, a la base científica americana Scout & Admunsen. Seremos 39 de diferentes nacionalidades: americanos, un indio, japoneses, británicos, australianos, un canario y un leonés. Casi todos, menos mi nuevo amigo el canario, se trasladan a la Antártida en un ambicioso proyecto de recogida de meteoritos y a localizar en el mismo Polo complejas partículas subatómicas. Además de Juan Diego (el canario) y yo hay algún alpinista más que intentara escalar el Monte Vinson. Con sus 4.897 metros de altitud es la cima más alta de el continente antártico. Los científicos nos han dicho que en la cima se registran las temperaturas más extremas de todo el planeta. Además hay que sumar las dificultades de la escalada a la gigantesca montaña, más alta que el Mont Blanc, techo de los Alpes. En esta reunión nos dan una lista con todo el material imprescindible, que nos revisan estrictamente. Incluido un curso acelerado de supervivencia para nada más bajarnos del avión... que aterrizará en mitad de un glaciar después de cinco horas de vuelo. Nos hacen saber que para poder aterrizar en este desolado paraje tienen que darse unas condiciones como un viento no superior a 60 u 80 kilómetros por hora, que la pista sea de un sólido hielo azul y sin nieve que se meta en los motores averiándolos, que el hielo sea de color azul para aterrizar en el punto exacto y no meter las ruedas en las numerosas grietas que cubren el glaciar... También nos dicen que el avión se parará por pura inercia, pues los frenos no se pueden tocar: tarda de 11 a 15 kilómetros en detenerse. Una vez en tierra tenemos que caminar unos kilómetros hasta llegar a Patriot Hill, una base construida con piezas desmontables de lona y aluminio: unas tiendas de campaña de gran tamaño, preparadas para soportar fuertes vientos, como la tormenta de nieve y viento de más de 170 kilómetros por hora hace una semana. Una vez llegue a esta base esperaré a que se pueda volar en una avioneta pequeña llamada Tiwn Otter, que en 45 minutos me dejará relativamente cerca del Vinson. Una vez ahí quedaremos aislados absolutamente hasta que completada la ascensión llamemos para que nos recoja. Si puede. Como veis aquí todo es incierto y extremo, y nadie garantiza nada. Ni tan siquiera las fechas de partida y regreso, aunque todos coinciden que el 26 de enero se tiene que desarmar Patriot Hill, y por lo tanto será el ultimo vuelo para regresar a la civilización, pues las condiciones meteorológicas a partir de esas fechas son imposibles para la supervivencia: el mercurio se puede descolgar hasta los -75º y los vientos son huracanes. Si el 26 de enero no estamos en Patriot Hill nadie se hace responsable de ti y ya no hay retorno. Esta norma se plasma en un documento escrito que firmamos ante notario para que nadie pueda reclamar en caso de desaparición. También nos avisan de que no hay ninguna posibilidad de rescate a partir de estas fechas. A partir de ahora tenemos que estar localizados en el hotel cada dos horas, pues nos pueden llamar para embarcar y volamos en cualquier momento. Cuando las condiciones sean aceptables partiremos, pero no hay día ni hora exacta. El equipaje ya está cargado para no perder un minuto. También conocimos a un reemplazo de científicos de nuestra base en la Antártida, Juan Carlos I, con los que compartimos cena y donde me entregaron la bandera de la base científica y me pidieron que la pusiera en la cima del Vinson y sacara una foto para que esté presente en la base. Me he prometido también enviar la foto a Su Majestad Don Juan Carlos I si consigo el objetivo, como testigo de que los españoles ascendemos estas montañas con orgullo y dejamos nuestra huella en cualquier parte del planeta por muy difícil y extremo que el lugar sea. ESCRIBE:

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