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ANTONIO TROBAJO
León

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DOS celebraciones deben ocupar nuestra entrada. Las dos, de bigotes. La primera, para mañana: el Día de las Migraciones, que hasta ahora se celebraba en el último domingo de septiembre. Un tema candente. En el mundo y en el entorno de nuestras fronteras. Son ya millones los extranjeros que se están afincando entre nosotros por razones de supervivencia y de mejora social. Vienen del Este, del Oeste y del Sur. Y vienen, se presupone, en actitud de buscarse una vida mejor. O sea, en plan constructivo, con sus excepciones, que las habrá como en todo. Por eso encaja bien el lema elegido para este día: «Juntos construimos el barrio, la ciudad, la Iglesia, el mundo». En León la Delegación de Pastoral Social y el Secretariado de Migraciones y Movilidad humana invita a celebrar la jornada, al lado del Obispo, en una Eucaristía que tendrá lugar mañana mismo, en la Parroquia de San Francisco de la Vega, a las cinco de la tarde. Se ha elegido ese sitio porque es el barrio que concentra uno de cada tres inmigrados y porque desde la parroquia se está llevando a cabo un admirable programa pastoral. La segunda, a partir del miércoles. Comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. ¿A dónde vamos con la separación entre discípulos de Cristo? Nosotros, que pretendemos ser signo de la unión de todos los hombres con Dios y de los hombres entre sí, ¿cómo podremos serlo si sufrimos desde hace siglos la división entre católicos, protestantes, ortodoxos, anglicanos...? Mal tenemos el panorama, si Dios no nos lo arregla. Por eso, la necesidad de la oración. Manos a la obra. Pasó la fiesta de los Reyes con su magia. Que la tiene. Porque díganme si no es algo realmente asombroso que, de repente, por estas fechas, caiga sobre nuestro Patrimonio histórico-artístico -y religioso- una avalancha de euros que llegan, esperemos que a tiempo, para paliar los riesgos de reducción a la ruina. Como se lo cuento. Pasamos todo el año mirando al cielo, que es la faltriquera de las instituciones políticas y financieras, y nada. Y, de repente, casi sin comerlo ni beberlo y por encima de zancadillas de ultimísima hora de tirios en un sitio y de troyanos en otro, llega una derrama -que se diría en tiempos triunfales- que parece el diluvio universal o el día en que enterraron a Zafra, que la caja era de plomo y flotaba. Vean, si no. Se nos anuncia que en estos días se adjudicarán las obras de restauración de unos arbotantes de la Catedral de León, pagados por el Ministerio de Cultura -entiéndase Magos de Oriente, por apoyar la alianza de civilizaciones-. La Junta ha encomendado a Decolesa la tarea de rehabilitar las cubiertas de la Colegiata de San Isidoro, que estaba de punta en blanco, pero le faltaba un sombrero de título de marqués. La lotería del Niño les ha caído a algunos bienes culturales de la provincia, gracias a que los Magos Sociedad Anónima, con su varita y todo, han tocado el corazón de las Cajas integradas en la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, para hacer el milagro de que, en el prorrateo, les haya venido encima una subvención jugosa para poner como los chorros del oro el Palacio Episcopal (Museo de los Caminos) de Astorga, el retablo de la iglesia de Vallecillo, el ídem de Bercianos del Páramo y la recuperación de la antigua techumbre del templo parroquial de Alija del Infantado, donde León está a punto de perder su nombre. A poco se les escapa la subvención hacia Zamora, como se les escabulleron otros nueve subsidios camino de otras provincias de la autonomía. Ayudas menos pingües llegarán a las iglesias que entran en el Tripartito (que no se arrogue los honores el Instituto Leonés de Cultura) que forman Diputación, Junta y Obispados. Y a la ermita de Valdeviejas. Y a la mudéjar Peregrina de Sahagún (¿por fin?), que antes fue convento franciscano. Y de otra manera al ábside románico de Cacabelos, que aquí los Magos fueron de casa. Y, por último, si es que no se retrasa algún correo certificado, se da por hecho que en unos días arrancará el trabajo de seguir con la restauración de las vidrieras de la Pulchra Leonina, una vez que se solucionen los trámites por los que la Corporación capitular catedralicia debe buscar empresa adjudicataria, que no parece que haya que llegar en esto al juego de los acertijos. Aquí los Magos fueron la Junta y Caja España. En buena hora y que se repita. O por lo menos que se sostenga. Y un añadido: quien quiera saber más de cómo cuidar el patrimonio, búsquese un folleto que acaba de imprimirse en Celarayn. Muy útil, sí señor.

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