Como en el oeste americano

Enero negro. Así podría calificarse el inicio del año en España respecto a la seguridad. En sólo trece días se han producido 30 muertes violentas o asesinatos, sin contabilizar las sucedidas en accidentes de tráfico y atropellos. La violencia de género o doméstica, los ajustes de cuentas, las reyertas, los atracos o los actos racistas siembran de sangre y muerte las ciudades y pueblos españoles. Casos como los de la Base Aérea de Zaragoza, donde un padre se suicidó tras asesinar a su mujer y su hija, o como el del vigilante que acabó con la vida de dos compañeros en el Palacio de Telecomunicacio-nes de Madrid no hacen más que sembrar el temor y la duda en la ciudadanía sobre si este país se está convirtiendo en algo parecido a lo que fue el famoso oeste americano. Si fuera por lo que aseguran las autoridades, nada más lejos de la realidad, pues frente a los fríos datos muestran las estadísticas comparativas. Según informó ayer la Secretaría de Estado de Seguridad, las muertes violentas se redujeron en España un 2% en el 2005 (se produjeron unas 1.180) respecto al 2004 (hubo 1.207) y un 7% desde el 2003 (se contabilizaron 1.272). Poco tiempo Eso sí, respecto a la posible ola de violencia de las dos primeras semanas del año, puntualizan que no se puede valorar porque es un escaso período de tiempo en el que puede intervenir la casualidad. «Hablar de ola de violencia crea alarma injustificada. Las estadísticas de los últimos años nos aseguran que la tendencia de muertes violentas disminuye. El repunte de estos días puede ser algo muy puntual. La valoración que se realice en un período tan corto no puede ser correcta», aseguraron ayer fuentes policiales. A la versión oficial se enfrenta la opinión de los profesionales que estudian estas situaciones. Para el reputado psiquiatra José Antonio López Rodríguez, con 31 años de experiencia en este campo, pueden ser algo casual los 30 asesinatos del año, «pero el hecho real es que la violencia está aumentando en este país, sobre todo en las grandes ciudades». Muchos son los factores y numerosas las causas que in-fluyen en esta epidemia. Pero todos coinciden en que uno muy importante es el tipo de vida que se ha instaurado en esta sociedad. «Vivimos en un mundo rápido, muy agresivo, excesivamente competitivo, en el que ya vemos al compañero y al vecino como un enemigo», afirma este psiquiatra. Y aña-de: «Además, se ha impuesto la cultura americana que posibilita tener con facilidad un arma violenta. Aquí ya se ha acabado la cultura del puñetazo y el mamporro». Otro factor aceptado por los entendidos es la falta de integración social de los inmigrantes. «Se les está ubicando en guetos, donde está apareciendo mucha gente incontrolada, como militares llegados del este y bandas mafiosas, que ejercen una vio-lencia incontrolada. Si a esto se le une la tensión laboral, la respuesta individual y global a todo ello es la agresividad y la violencia», subraya el psicólo-go clínico Elías Sánchez. A pesar de todo, sería injusto afirmar que España es una sociedad violenta, según destaca José Beltrán, profesor de Sociología de la Universidad de Valencia. «Sería falsear la realidad».