Diario de León

| Reportaje | El fatal desenlace |

Muere la ballena del Támesis

Londres siguió con inquietud y en directo el espectacular pero estéril rescate del cetáceo, que apenas soportó unas horas en la barcaza que lo transportaba a aguas profundas

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Manuel Allende - corresponsal | londres
León

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No pudo ser. Tras una jornada llena de esfuerzos seguidos en directo por toda la ciudad, la ballena pérdida del Támesis murió a unas pocas horas de alcanzar las aguas profundas que significaban su única oportunidad de sobrevivir. Los esfuerzos del cetáceo y el estrés que supuso el circo montado a su alrededor acabaron con la vida del animal que, durante dos días, fue el auténtico eje de la vida londinense. Los expertos en el rescate de animales acuáticos indicaban ya por la tarde que la operación para sacar al cetáceo adolescen-te macho de unos 10 ó 12 años de edad de las aguas del Támesis iba a ser una de las más complicadas y con más riesgo que jamás hubieran realizado. A primera hora de la mañana, un equipo formado por unas doce personas entre veterinarios y expertos en el rescate marino logró sujetar a la ballena con pontones flotantes. Lo primero que hicieron fue evaluar su estado de salud, comprobando que era peor de lo que pensaban. Aún así, decidieron que existían posibilidades de que el animal pudiera ser puesto en libertad y sobrevivir. Tras ello el animal de cuatro toneladas de peso y unos cinco metros de longitud fue izado mediante una grúa hasta la barcaza Crossness que había sido acondicionada para su transporte, poniendo rumbo hacia el delta del Támesis, a unos 70 kilómetros. La policía fluvial prohibió la navegación por la zona alrededor de la barcaza para no asustar al animal e incluso se temió que la presencia de varios helicópteros de canales de televisión que emitieron en directo el rescate pudiera afectar a la ballena. Durante su transporte el animal era mojado constantemente y los veterinarios le suministraron antibióticos y le realizaron análisis de sangre. La presencia de la ballena alteró la vida londinense en las últimas horas. La prensa inglesa bautizaba al cetáceo con nombres como Wally, otros Billy y al menos unas 3.000 personas se acercaron ayer hasta las orillas y los puentes de Londres para seguir, aplaudir y vitorear las labores de rescate. Sin embargo, toda la atención no fue suficiente para un final feliz.

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