Diario de León

El incremento de la basura espacial hará casi imposible viajar al cosmos

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C. Villafañe - leon
León

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De las más de 4.000 naves y satélites lanzados en las cinco décadas de historia espacial, tan sólo un pequeño porcentaje pueden considerarse útiles. El resto, constituyen la llamada «basura o chatarra espacial», unos 9.000 objetos que incluyen antiguos satélites y fragmentos desprendidos de las misiones espaciales, piezas de repuesto, herramientas perdidas, paneles averiados y restos de las colisiones o estallidos voluntarios o accidentales registrados desde la década de 1960. A ellos hay que añadir los 150.000 objetos que van desde partículas microscópicas, prácticamente inocuas, hasta fragmentos de entre uno y diez centímetros cuya colisión con una nave o satélite podría llegar a provocar su destrucción. Para evitar las colisiones, la Estación Espacial Internacional es la única que cuenta con un escudo protector. Para los demás ingenios espaciales, los científicos recuren a modelos matemáticos que aplican la ley de probabilidades y permiten predecir que un satélite de 100 metros cuadrados de superficie orbitando a 400 kilómetros de altura tardará más de 10.000 años en chocar contra uno de esos fragmentos. La realidad es bien distinta y, según los expertos, el tiempo medio de colisiones es de 10 años. El incremento de estos náufragos espaciales aumenta el riesgo de colisiones, a pesar de que la degradación de sus órbitas hace que vayan perdiendo altura y se precipiten sobre la Tierra o se desintegren al entrar en la atmósfera. Así se recoge en un reciente estudio recientemente publicado en la revista Science en el que sus autores afirman que aplicando una simulación informática en la que figura el ritmo de lanzamiento, los fragmentos que se originan y los que se desintegran, el número de estos objetos se mantendrá estable hasta mediados de siglo. Indican, además, que durante los dos próximos siglos se producirá una media de 18 colisiones al año, la mitad de ellas calificadas como catastróficas, que tendrán lugar entre 900 y 1.000 kilómetros de altitud, es decir a la misma altura en la que gira la mayoría de los satélites de comunicación. La investigación concluye en que es necesario «despejar» el espacio para evitar un colapso espacial que puede desembocar en dramáticas consecuencias. Para ello, aconsejan eliminar los objetos de mayor tamaño para evitar que choquen entre sí y generen muchos más de tamaño inferior. Enviar una nave robótica a recoger restos espaciales o modificar desde tierra las órbitas utilizando rayos láser de gran potencia supondría gran cantidad de energía y una fuerte inversión.

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