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CRÉMER CONTRA CRÉMER

¡Pero se sube el pan!

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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LO BUENO ¡es un decir que se dice! Pues lo bueno que tiene haber nacido en los felices tiempos de Maricastaña es que todo aquello que después anotan los libros que escriben quienes no habían nacido todavía en aquellos entonces, se empeñan en ofrecernos unas versiones que serían de risa, si no resultaran dramáticas. Como la historia siempre la escriben los que no la vivieron, no tiene nada de particular que los supervivientes acaben por ignorar lo que verdaderamente contribuyó a que las cosas fueran como fueron y no como las escribiera un aficionado letrado que aprovechó que los hombres se mataban para escribir unos libros de muchos provechos. Que es lo que está sucediendo con nuestra llamada «memoria histórica», de la cual solamente dan noticia precisamente los que contemplaban los sangrientos toros desde la barrera. Siempre debió ser lo mismo, pero en otros momentos no menos históricos, se producían hechos que los propios indígenas se apresuraban a registrar y a componer, con sus letras, las músicas críticas de la época. Por ejemplo, cuando a los ilustres estadistas les daba por aprobar la subida del precio del pan. Si esto sucedía -¡que sí que sucedía, mandara Sagasta o Merino!- las gentes que vivían precisamente de comer pan seco, se echaban a la calle, no para hacer la revolución de los parias, sino para poner de manifiesto su protesta, porque como buenos católicos que éramos todos, «el pan nuestro de cada día/ dánosle hoy/ y si no se nos daba o los arbitristas colocaban el precio del bollo a la altura de Neptuno, entonces inevitablemente las gentes, un tanto hambreadas, ponían el grito en el cielo y la copla en la calle: «El Liberal que ofrece información/ de interés mundial». Dice «El Liberal» ahora/ que el conde ya dejó el poder, que las cosas se complican/ tanto que no podrá volver. Dicen los unos que España está tranquila/ que no tengamos miedo pero se sube el pan./ Los otros dicen/ la guerra nos convienepero al sonar un tiro/ escapan como el can... Ahora nadie canta, porque algo tiene en la garganta el personal, ni hace coplas, ni dispone de un órgano de opinión que exprese su opinión hasta con música para ciegos de esquina. Ahora se nos anuncia, sin advertencia previa, como si esta fuera una medida perfectamente adecuada a las fórmulas democráticas de la opinión general y por ello esperada, el aumento del precio del pan y nadie se rasga las vestiduras, implora piedad ni amenaza con la abstención el día que seamos llamados para elegir nuevos mandatarios. Ahora el pueblo infelice paga y calla. Y los precios del pan suben parece ser que hasta un 11% del precio previsto por los documentalistas que cobran el presupuesto. Nos están acosando. Yo no digo que sean los unos ni los otros, sí me aventuro a adelantar que entre todos nos están colocando en los límites de la desesperación. Porque a este ritmo de elevación de tarifas y de imposición de nuevas tasas llegará un momento en el cual no puedan vivir en España ni los saharianos llegados en patera. Hubo tiempos felices en los cuales se aseguraba que con pan y vino se andaba el camino.¡Ahora no llegamos ni al vino ni al pan!...