Somos baratos
MUCHA TELA, mucho trapo. De esto fue palestra y muestrario el Goya de las pelis. Imitando con provincianismo colonial el guión norteamericano de la alfrombra roja en el Jólivuz de los oscars, nuestros premios cinematográficos sirven mayormente para sacar el armario guapo a pasear, las galas, porque lo del gusto es otra cosa bien distinta. Mucha foto, mucha pose. Bien. Si les hace felices... Sin embargo, estoy algo perplejo por lo que ya se está convirtiendo en una obsesiva manía informativa. Cada vez que llegaba una actriz o un actrizo a la tal alfombra, la cámara le pegaba un repaso detenido y regodeado desde la cabeza a los pies (como algunas miradas, también hay cámaras que desnudan) y el narrador o narradora, presentadora o presentador del «evento», como si estuviera leyendo la etiqueta del vestido o del ropón, decía la marca con todas sus letras y rebozada de admiraciones, marcas de esa repetidísima ristra de nombres italianos, diseñadores de la extranjería y algún autóctono, que son sinónimo de ropa carísima, ropa que es un fostión a la cartera y un insulto delincuente al valor real y decente de las cosas. Tampoco es menos cierto que todos, inconscientemente (aunque suele ser consciente y militante la cosa), acabamos repitiendo esos nombres y esas marcas en nuestra cháchara cotidiana, con lo cual, y por la cara, estamos contribuyendo a engrandecer aún más el mito y la mentira, o sea, a hacerlo aun más caro, que es lo que buscan. Pero decirlo en la tele -donde te prohíben decir marcas- y ante millones de espectadores la cosa se convierte en un bombazo publicitario de calado persuasivo, pues se ofrece la marca como información y no como propaganda, que es lo que es. Esa publicidad que debería cobrarse a tarifa doble ni la pagan, ni la agradecen. Y lo peor, ni nos parece mal. A los adoradores y loros de estas marcas, ¿les hacen acaso después siquiera un descuento?... Pues eso, dígase con franqueza, es ser gilipollas de solemnidad por querer parecer pijos cuando en casa no hay botijo. Si la publicidad es una industria de fábula sin disculpa de cobro, esto nuestro es regalo de bobos hechos rebaño pasmao y fascinado por el fulgor de los ricos y de las estrellas... y por el regalo de bisuta que alguno recibe en Navidad. Bien baratos somos.