La contaminación atmosférica incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardíacas
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Nueva York, que acaba de ser publicado en el Journal of the American Medical Association, ha servido para aportar más pruebas de que la exposición prolongada a la contaminación atmosférica aumenta las enfermedades cardíacas. Para llevar a cabo la investigación, los científicos contaron con una treintena de ratones predispuestos genéticamente a desarrollar una enfermedad cardiovascular, divididos en dos grupos, a los que se suministró diferentes dietas: normal y rica en grasas. Tras ser sometidos a un aire tan contaminado como el que se respira en esa ciudad estadounidense, abundante en partículas en suspensión (restos de materia procedentes de la quema de los combustibles fósiles), los científicos pudieron comprobar al cabo de seis meses que la polución es más perjudicial para el organismo si va acompañada de un consumo elevado de grasas. Según los autores del trabajo, se ha podido establecer una relación causa-efecto entre contaminación atmosférica y aterosclerosis (endurecimiento y estrechamiento de arterias), ya que los ratones que respiraron aire contaminado presentaban en sus arterias más ateroma (depósito graso que las obstruye) que los que inhalaron el aire filtrado. En concreto, los ratones que estuvieron sometidos a una dieta normal y expuestos a las partículas, tenían en su aorta alrededor del 20% de ateroma, cifra que se redujo al 13% en los que respiraron aire filtrado. Por otro lado, en los ratones que siguieron una dieta abundante en grasa e inhalaron aire con partículas en suspensión, la obstrucción superó el 40%, mientras que en los que respiraron aire puro la cifra se redujo hasta el 26%. Además, en los ratones sometidos al aire contaminado, sea cual fuese su dieta, se constató un aumento en los niveles de colesterol y una presión sanguínea alta debido a la pérdida de elasticidad de las arterias. Este estudio aporta aún más fiabilidad al realizado el pasado año en Canadá en el que participó más de un centenar de voluntarios sanos que inhalaron en una cámara de aire elevadas concentraciones de ozono y partículas en suspensión similares a las existentes en las zonas urbanas durante las horas con mayor tráfico. Después de dos horas de exposición, los vasos sanguíneos se estrecharon entre el 2 y el 4%, algo que no ocurre si el aire carece de las citadas sustancias. Los investigadores concluyeron que no es probable que este porcentaje de contracción provoque problemas cardiovasculares en personas sanas. Sin embargo, en individuos con enfermedades coronarias o riesgo de padecerlas, puede aumentar la tasa de accidentes coronarios.