Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Los papeles de España

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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EN EL ESTABLECIMIENTO de comidas y bebidas que yo frecuento cuando puedo, el dueño que es hombre perspicaz, con máster mercantil, ha colocado una loseta de color, en la cual, más o menos se dice: «¡Verá usted cómo ahora y en la hora de felicidad que disfrutamos viene un cantamañanas y lo jode!». Y después de conceder al ingenioso doctor en ciencias infusas nuestra sonrisa de aprobación, nos dimos cuenta de que este lapidario podría muy bien ser aplicado a la vida política nacional. Porque ahora y en esta hora de paz, de serenidad y de fraternidad que disfrutamos, cuando ya, al fin, hemos dado cima a la gran discusión nacional del Estatut de la catalanidad o de la nación catalana, o como hayamos de conceder que se llame, y se perciben claros deseos de muchas gentes, de los colores más atrevidos e indicios de alcanzar la paz de los sacrificados consuetudinarios entre Carlistas e Isabelinos, vienen gentes de fuera y lo joden sembrando la duda entre los pacíficos vecinos de la amplia y aterida campa española. ¡Ya hemos logrado, al cabo de meses y meses de mercadeo, un principio de acuerdo: El estatuto ha venido y todos sabemos cómo y por qué ha sido! Ya tiene la gente de la bien plantada lo que querían: Más dinero, más dinero, más dinero, como el personaje de la comedia de Jacinto Benavente Los intereses creados ¡Ya pueden disponer del cincuenta por ciento de la recaudación correspondiente al IRPF, que aunque no fuera solamente eso de lo que se trataba en la santa novena, a ningún vecino le amarga un dulce. ¡Ya somos los de la España profunda, un poco más pobres y los de la nacionalidad catalana un mucho más ricos. Todo sea por la paz de los sepulcros y podrá el gobierno felizmente reinante gobernar cómodamente sin temor a que se le subleven los sargentos¿ ¡Aleluya! España se ha salvado de uno de los gañafonazos más peligrosos para la democracia, así que se aplique el espíritu de la convivencia y de la solidaridad conquistado para que pueda ser aplicado a los distintos síntomas de la vida pública, como el paro, la inmigración, los precios ¡ay! los precios que suben y suben y suben. Ya hemos conseguido los españoles de la cultura, si es que queda alguno, rescatar en un acto de justicia, los papeles¿ España había perdido los papeles de la guerra civil, que eran como los documentos nacionales de nuestra identidad y queríamos rescatarlos del encierro al que estaban sometidos en Salamanca. Y la Cataluña de los almogárabes se puso la cota de guerra, embrazó la lanza de las venganzas de los viejos agravios y reclamó los papeles que le habían sido arrebatados en un día de hiel, baldón y saña para la infeliz España /y ay de quien fue causa de él, que dijera Zorrilla aplicando por anticipado al rey godo de la batalla de Guadalete. Y aún cuando los guardianes de los papeles aseguraban que no todos los documentos tenían relación directa con la nacionalidad catalana, los paladines de la reconquista no se detuvieron para razonar la singularidad del caso sino que pusieron en marcha la acción bélica y acabaron con aquella injuria. Se había borrado un motivo de pelea y los papeles habían vuelto a sus orígenes. Ya España era una nación¿

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