Diario de León

A LA ÚLTIMA

Tertulias de bioética

Publicado por
JOSÉ RAMÓN AMOR PAN
León

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POCOS libros habrán tenido un precio tan alto como éste: la cabeza de su autor en bandeja de plata. Juan Masiá ha sido destituido como director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas por su rector ante las presiones ejercidas por las autoridades eclesiásticas. Aunque las críticas ya venían de lejos, se habían intensificado sobremanera a raíz de la aparición de Tertulias de Bioética en octubre último. Juan Pablo II, cuando no era más que arzobispo de Cracovia, dijo: «La conformidad mata a la comunidad. Cualquier comunidad necesita oposición leal». Más tarde, ya Papa, dijo: «Que no se ataque o haga callar al que no comparte nuestras opiniones». Antes, el Concilio Vaticano II dejó sentado que «debe reconocerse a los fieles, clérigos o laicos, la debida libertad de investigación, de pensamiento y de hacer conocer, humilde y valerosamente, su manera de ver en el campo de su competencia». ¡Qué pena que las instancias eclesiales intermedias no hayan asumido estas enseñanzas! Y todo esto sucede cuando Benedicto XVI nos había sorprendido positivamente, a propios y extraños, con su primera encíclica. La Historia muestra con nitidez aplastante que el tratamiento eclesiástico autoritario en el orden del pensamiento y de la disciplina, desmarcándose del ideal científico de objetividad y del derecho a un proceso con todas las garantías, siempre perjudica seriamente a la transmisión del mensaje evangélico y desacredita a la Iglesia, asimilándola a los movimientos más reaccionarios de la sociedad. Me causa una infinita tristeza saber el papel activo que ha desarrollado en todo este asunto monseñor Romero Pose, obispo auxiliar de Madrid y presidente de la Comisión Episcopal de la Doctrina de la Fe. Como profesor del Instituto Teológico Compostelano desarrolló otro estilo eclesial. Ya obispo, recuerdo con cariño su presencia en la defensa de mi tesis doctoral precisamente en la Pontificia Comillas y la sorpresa de todos los que allí estábamos al conocer que, además, ostentaba la representación de Rouco Varela. Unos días después, tuve también ocasión de participar en la primera cena que ofrecía en su casa, en un ambiente distendido y fraternal, con Torres Queiruga entre los comensales. No había ningún alto cargo eclesial. Hoy sería diferente, me temo.

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