Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

César, guárdate de los idus

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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DIJO EL CIEGO AL PASO del Caudillo y desapareció! Pero sus palabras, sus advertencias, sus aprensiones quizá, le imponían el anuncio de que algo verdaderamente importante debía suceder en el mes azaroso de marzo. Algo parecido se produjo entre las paredes romanas y los agónicos subsuelos de la ciudad, así que los claros clarines anunciaron la inmediata consagración del año 2006. Nada de condenaciones bíblicas ni de pronunciamientos castrenses. Ni acaso, tal vez, de tormentas naturales ni de episodios abrumadores. Sencillamente cuando los oráculos levantaron la voz par advertir de la posibilidad de que los presagios atribuidos al año 2006 se cumplieran, aparecieran en el horizonte las negras nubes de las evidencias. ¡Aquí y ahora, ay, del romancero que tan claramente recoge la crónica del tiempo, de los hombres y de los temblores de la mar: «Moro de la morería/ el día que tú naciste/ grandes señales había/ Estaba la luna negra/ año de la malparida». Y cuando todos los augures oficiales se empeñaban en enderezar las miradas de la grey popular hacia los rumbos dibujados en los laboratorios de los partidos turnantes, se produjeron las primeras señales que debieran servir para declarar la alerta general: «Hombres buenos de la ciudad, hembras de corazón y cabeza, os lo anuncio: El año 2006 al cual hemos entrado con la fe y la esperanza de los fieles amantes, resultará el más alevoso, el más oscuro, el más difícil de todos los años de la historia, incluyendo aquellos en los cuales la historia parecía habernos impuesto el castigo bíblico por nuestras muchas culpas! ¡Guardaos del año de la tristeza, de las hambres y de los energúmenos embusteros, porque en verdad os digo, que no recordareis ningún otro tiempo de mayores y más tremendas desventuras! Y lo peor de tan fatídico anuncio es que continuaremos sin hacer caso de presagios, de advertencias ni de amenazas de oráculos desesperados. Seguiremos arrancándonos la piel a tiras, sencillamente para conseguir tenernos en pie. Porque los males se abalanzarán sobre todos nosotros hasta sumirnos en el ominoso tiempo de la confusión: Y seguirán los hombres matándose, y pregonando al mismo tiempo su decidida posición de hombres de buena voluntad que solamente buscan la paz, aunque fabriquen armas para la guerra. Y los precios de los artículos de absoluta necesidad alcanzarán precios a los cuales no les será posible llegar a los pobres, que serán el ochenta por ciento de la sociedad. Y se derramarán los bienes de este mundo para encubrir vanidades y manipulaciones de mercaderes tramposos. Y no habrá techo ni lumbre para cubrir y remediar las miserias de los dejados de la mano de los hombres. Y los principios absolutamente cristianos de fraternidad serán vulnerados y cubiertos por fabulaciones. Esto es lo que seguirá pasando en este año fatídico del 2006, mientras se organizan saraos políticos para enaltecimiento de ambiciosos a secas y en los puestos de relieve y responsabilidad volverán a ser llamados los de siempre. ¡Y el mundo seguirá marchando, sí, pero ¿hacia dónde? «En mi nocturno lecho a solas/ viven y mueren los hombres!

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