Diario de León

LA GAVETA

Ponferrada y La Espina

Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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UN LETRERO A LA SALIDA DE PONFERRADA. «A La Espina, tantos kilómetros». Y una carretera rodeada de árboles pintados, a la mitad de blanco, como antaño se hacía. Árboles donde se estrellaban los coches en los días de lluvia. Y las parejas de amantes. Aquel médico famoso, aquel ingeniero que iba con una mujer desnuda dentro del coche... cosas así se contaban. Y el árbol sin enterarse, y el vehículo chatarra. Y el llanto de los hijos y el llanto raro de la esposa. Hablo, sí, de los primeros años sesenta, cuando Ponferrada era mucho más pequeña, y por esa zona de La Puebla norte, sólo un campo de piedras y un monte de carbón. Y la carretera estrecha, como de foto de cuando la guerra civil. En aquel tiempo, yo niño, la carretera de La Espina era un misterio para mí. Porque yo sabía que era la de Villablino, y que por allí iba mi padre en su Seat 600 celeste rumbo a sus ventas por las montañas. ¿Por qué, pues, La Espina? Tardé años en saber el motivo. Fue el día en que viajé a Gijón, en un autobús de niños piadosos de la parroquia de San Pedro. Supe entonces que, puerto de Leitariegos abajo, y después de muchas curvas y lomas, aparecía un pueblo minúsculo, y eso era La Espina. ¡Qué pequeño lugar para tantos letreros previos! Entonces, calculo que se tardaban tres horas como poco para ir desde Ponferrada a La Espina, aunque hoy no sé si bajarán de dos. Es un trayecto complicado. Y ya es momento de que esa comunicación astur-leonesa mejore. Para convertirse en una ruta rápida que abrirá el Bierzo por el norte, vieja asignatura pendiente, dificultada por la brava orografía. Y también porque la población de la zona es escasa y en declive. Pero no insignificante, ni mucho menos. Y, desde luego, llamada a crecer a poco que mejoren las comunicaciones transversales, siempre precarias, entre la Galicia de Lugo y las Asturias de Oviedo. Se habla de una autovía entre Ponferrada y La Espina, noticia que provocará la lógica y sentida indignación de los ecologistas. Pero yo soy de los que creen que esa autovía que muere absurdamente en Toreno debe perseverar en su vocación y alcance. Y no tanto para enganchar con la autopista del Huerna propósito pacato, sino para crear un nuevo eje, novedosísimo, entre el occidente de Asturias y el poniente de León. Y digo Poniente porque es más bonito y nuestro, puro Antonio Pereira. Y digo Occidente porque los asturianos así lo llaman. Ponferrada quedaría a hora y media de la costa del mar cantábrico. ¿Y cuál es el trazado mejor? Yo creo que no el de Leitariegos, el viejo camino, sino el que salvaría el bello Rañadoiro con un túnel. Sí, sé que es muy duro horadar montes tan hermosos y aislados, lo sé. Pero creo que es bueno para el desarrollo de las personas esa obra difícil, en la que, al parecer, el PP leonés no cree, y debería de creer para bien de todos. Hay, además, un valle natural que facilita las cosas; la vaguada que partiendo del Sil, pasa por Valdeprado y llega a Degaña, esa villa mítica para mí desde que pasé allí unos días del lejanísimo verano de 1958, a mis cinco años, con mis padres y mi único hermano entonces. Imágenes antiguas pero que me desbordan aún: la inesperada vaca que entró en la casa de nuestros caseros, los señores Velaure (qué apellido de Macondo); un albañil que me llevaba a pasear en su carretilla (inmenso gozo); un caballo al que me subí; el río helado y vivo; una fuente al final del pueblo; una carretera sin coches; ir a recoger arándanos al monte; saber (ahora) que el tiempo no existía. Por Degaña y luego a esa Espina del fondo. Y tender un ramal para Villablino. Y bordear lo más lejos posible el bosque de Muniellos, tesoro de aves y osos, de un mar de silencio, de cuentos a flor de agua.

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