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Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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Y ES CLARO que no me refiero ni a la Fitur, ni a la negativa del señor Carod-Rovira a aceptar los razonamientos del presidente señor Zapatero para que aceptara los resultados oficiales del prolongado debate para la inscripción del Estatut en el Libro de los Atrevimientos nacionales. Lo que nos mueve a acogernos a la inspiración derivada de la leche es sencillamente la leche de vaca, de cabra o de cabrito, si es que los cabritos dan leche además de disgustos. El sector del vacuno, que dicen los portavoces, en vista de que el producto va a ser nuevamente movido a la baja para los ganaderos, en tanto y en cuanto se incrementan las tarifas para los consumidores y considerando que esto es un motivo de cabreo como la copa de un pino, anuncian que se manifestarán públicamente y si fuera necesario para mover voluntades, llegarían a regar las calles, las plazas y centros oficiales de mayor afluencia, de auténtica leche de vaca, restando miles de litros del comercio común y de los biberones de una infancia que no se mete en nada. Representaciones de Organizaciones como Asaja, Ucel, Coag y Upa, se disponen a responder a la bajada de los precios del preciado líquido, poniendo en peligro, dice la información, la rentabilidad de las explotaciones ganaderas. Parece un conflicto baladí pero a poco que se reflexione, y cada uno recuerde aquellos años felices de la teta materna y del biberón de la gota de leche municipal, adquiere la convicción de que las autoridades, además de entregarse al gozo de la Fitur para incrementar el turismo, debieran prestar una atención muy principal a este conflicto que se anuncia y que lo que parece las autoridades lo toman a chufla. La asociación de productores de leche de vaca, incluidas claro está las propias vacas parecen decididas a poner un freno real en los mecanismos lácteos confabulados para elevar el precio de la leche para niños y señores valetudinarios, en tanto que los industriales de las fábricas lácteas, hacen su agosto durante todos los meses del año. En defensa de los precios de la leche y de la rentabilidad de las explotaciones ganaderas, los profesionales del sector, incluyendo las vacas, están dispuestos a manifestarse, y a regar con leche pura las calles y plazas de la ciudad. Y los ganaderos se echarán a la calle, con sus vacas, si es preciso, para evitar la manipulación del producto que impone precios de ruina para los productores y permite prosperar a quienes manipulan el negocio de la leche. Y que no se diga que éste es un asunto de menor cuantía, porque la leche, señores y sobre todo señoras, es la madre del cordero de la alimentación popular. A falta de caviar el pueblo se alimenta con leche de vaca, de cabra, de oveja y de dromedaria. Esta es, o debe ser, la guerra de la leche, es decir nuestra guerra, y el himno bélico que corresponde es aquel, con arreglos si fuera menester, que se inventó Mauro Santos, el verdadero rapsoda de León, cuando cantaba: Hay que ver que mala leche/ tiene la Granja Victoria: Que unos dicen que es de vaca/ y la sacan de una noria...

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