Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

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HASTA HACE no tantos años los tratantes de mi pueblo, que es La Bañeza, pasaban por ser los mejores del mundo en las ferias de ganado. Tan finos eran que en torno a ellos se tejió una doble leyenda: media comarca opinaba que en La Bañeza no había gitanos porque los habíamos engañado a todos, y la otra mitad que los gitanos éramos, en realidad, nosotros. La gente es muy dada a exagerar, así que cada vez que me preguntan sobre cuál de las dos es la versión buena yo siempre respondo con ecuamimidad poniéndome en el justo medio: puede que ambas. Ya decía mi compadre que nunca hay que pasarse. Los mercadillos de vacas. bueyes, burros y demás caballerías pasaron a mejor vida en mi pueblo barridos por Michaisa, cada uno de cuyos tractores tenía cien caballos o más, en total cuatro ruedas en vez de cuatrocientas patas machacando los surcos. Y en el antiguo mercado de ganados, a la vera del cuartelillo de la Guardia Civil que vigilaba los tratos -lo hacía el teniente Honorato, luego ascendido a capitán y compadre del gitano Manolo, que todavía vive y salud que le quede bastante- hicieron luego un instituto de enseñanza media, si bien su utilidad para desasnar a las nuevas generaciones de compatriotas bañezanos haya sido más que dudosa en relación con los tiempos clásicos. Incluso desde el punto de vista de cómo va el equipo de fútbol del pueblo. Pero no han desaparecido las viejas mañas del toma y daca, sabiduría antigua que ahora ha emigrado a Madrid, Cataluña y el Pais Pasco, por lo demás como tantos otros de mi calle. De modo que vuelve uno a rejuvenecer cada vez que abre el periódico y lee por la mañana «Zapatero y Artur Mas llegan a un trato sobre el Estatut». O pacto, como le llaman a eso los payos. Y, luego y a toda pastilla, «Ahora toca negociar lo de Euskadi», con el correspondiente editorial abajo que pone algo así como «se venden duros a cuatro pesetas». Lo que va de ayer a hoy. A las hora de escribir estas líneas se da por inminente -o ya estaba acordado entre compadres- una tregua de ETA. En lo que hayan quedado es otra cuestión, pero parece claro que llevaban largo tiempo dándose la mano en plan «choca las cinco». Con suerte y una caña se verá quien engaña a quien y si el ganado es de fiar. Servidor procura aplicar al Estatut y a la tregua con los etarras las mismas reglas por las que toda la vida se rigieron los tratantes bañezanos y que eran básicamente dos: primera, mirar la dentadura de la burra que pretende venderte el Gobierno, los de Astorga o quien sea, procurando que no te muerda para calcular los resabios que tiene y los años que le quedan; y, segunda, aquí somos todos amigos, pactos de legislatura y patatín y patatán, pero la burra por lo que vale. De lo primero no ha sido posible deducir grandes cosas, porque en todas las fotos de los periódicos sale siempre la clase política riendo a mandíbula batiente o rebuznando como la Claudia Schiffer, vaya usted a saber con cuántos empastes cada uno. En cuanto a la muela del juicio, nadie se deja abrir la boca en rueda de prensa. Y, por lo que respecta al precio de la burra, tampoco sabe nadie cómo se van a financiar los nuevos estatutos catalán y vasco. Eso sin contar las coces independentistas o que se te escapen a otra cuadra. El otro día el presidente Zapatero, que es paisano pero para tratante de La Bañeza le falta todavía un hervor, tuvo un lapsus liunguae , dicho en román paladino la típica metedura de pata, confundiendo «sesgar» con «segar» vidas y esperanzas en el asunto de ETA. No pasa de ser uno más que rebuzna en el gran mercado nacional de burradas, como dirían los más viejos de mi pueblo. Dice también el señor maestro que le ha hecho un regate a Batasuna, hasta que se calme la mala bestia, para regatear luego en el mercadillo de la autodeterminación, los presos más pacá o más pallá , total todos en raya. Y seguramente hasta al Tío Caquichu, venerable patriarca de la gitanería ambulante leonesa, con casta donde las haya, la maniobra le sale de ojo: no es lo mismo hacer un regate ahora a los vascos ­-«a mí, Sabino, que los arrollo», decían los del Atletic y siempre les driblaba el Real Madrid- que regatear después un penalti con el árbitro. Hay empates jodidos. Preguntando el otro día a uno de La Bañeza sobre lo alborotada que anda la casa solariega, los bichos que se podrían comprar, vender o negociar para que se calme el corral, donde hay de todo como en España, incluidos demasiados gallos, el paisano señaló a un pichón mensajero que parecía el único tranquilo por encima de todo el guirigay. O era Zapatero o la paloma de la paz. O puede que el pájaro de la gripe aviar.

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