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MONOTEMA en ondas y papeles, es la opa del jopá y del ospá, es la trilla de posturas, rebotes y picudos analistas. No hay más asunto estos días para nutrir corrillos y mentideros. Esto es: que vienen los alemanes, que nos quitan la soberanía energética, que al kilowatio le salen patas y que ahora ya sabemos todos la órdiga en endecasílabos sobre estrategias financieras y logísticas bursátiles. «A enemigo que viene, puente de oro», estarán diciendo algunos viendo el dinero del teutón detenerse ante los Pirineos para dar el gran salto sobre la tarta nacional de esta energía nuestra que está endesada, adosada a lo público y embelesada con lo privado ante un panorama que le hace titubear, pues ¿cómo se puede querer a dos opas a la vez... y no estar loca?... Dijo un pispo cacereño en la tertulia: ¿Quién es más amigo mío, el catalán gaseoso y natural o el alemán severo y cuadradote?... ¿y quién prefieres que te estafe, te suba tarifas o te aplique el rodillo del monopolio?... Y después, sentenció: El dinero no tiene patria, ni lealtad nacional; así pues, y no teniendo más amigo que el propio dinero, ese es el enemigo a considerar. ¿O no?... Porque ¿quién es más serio y menos desleal: un político, un gerente o un billete de quinientos?... Como no les demos a los alemanes esa fuente de cables que mana chispas y calambrazos, nuestra mejor pera en dulce, vendrá la Merkel mosqueando, zapateando y dando las órdenes temidas para que las tropas prusianas de la Volkswagen se replieguen a sus bavieras y maguncias y nos dejen definitivamente con el culo de la Seat al aire y a Maragall dando pomada a esta fábrica de coches que tienen allí. Como empresarios, de los alemanes me fío, insiste el extremeño. ¿Y por qué no de los catalanes, si les adorna una similar capacidad y un crédito secular de listura mercantil?... Pues por sembrar vientos y prometer tormenta estatutaria... Nuestro Caín está redivivo. Si el Barsa juega contra un equipo inglés o italiano, hay quien aplaude y desea por encima de todo la victoria de ese extranjero que es adversario común. Nuestra corrupción mental y nuestra tirria vecinal gana siempre por goleada cuando damos patadas al balón, a un estatuto o al sentido común. En fin, esta opa de copas nos emborrachará y parirá filosofías y políticas para todo gusto. Sírvase usted.