La antigravedad puede convertirse en la propulsión de las naves espaciales
El físico estadounidense Franklin Felber asegura haber resuelto la ecuación de campo gravitatoria formulada hace 90 años por Albert Einstein. Se trata de una ecuación diferencial en la teoría de la relatividad que describe cómo la materia y la energía cambian la geometría del espacio-tiempo. Según afirmó Folder ante los cientos de científicos reunidos en el Foro de Tecnología Espacial y Aplicaciones, celebrado en Alburquerque (Nuevo México), cuando una masa supera en el 57% la velocidad de la luz (es decir, que se traslade a más de 171.000 kilómetros por segundo), cambia el campo gravitatorio en su senda de forma que en lugar de atraer objetos, los repele, existiendo un cono de antigravedad hacia delante del objeto en movimiento, y otro más débil, por detrás de él. Felber indicó que sería posible aprovechar el empujón de la antigravedad para los viajes espaciales, a través de grandes distancias y a la velocidad de la luz. En este sentido, explicó que para que una carga de una tonelada alcanzase el 90% de la velocidad de la luz, se necesita una energía equivalente a 30.000 millones de toneladas de dinamita o a dos millones de bombas atómica como la que se lanzó en 1945 sobre Hiroshima. Además, el equipo se puede romper y la fuerte presión a la que está sometido puede convertirlo en líquido, incluido el acero. El impulso recibido por ese cono de antigravedad podría resolver estos problemas de forma que se utilizaría la repulsión de un cuerpo que viaja por el espacio para obtener la enorme cantidad de energía necesaria para acelerar grandes cargas de forma rápida con poca presión. De esta forma, cuando el cono de antigravedad se aproximara, empujaría a la nave espacial en la dirección prevista y ya no necesitaría más propulsión. Reconoció, no obstante, que en la actualidad no se conoce la existencia de ningún objeto espacial que sea capaz de desplazarse a velocidades que superen el 57% la de la luz. Según el físico estadounidense, aunque se trata de una solución puramente matemática, la antigravedad podría probarse en los túneles de protones que existen en EEUU y Europa.