LITURGIA DOMINICAL
De la máscara a la verdad
¿POR QUÉ se disfraza la gente en Carnaval? Quizás en otros tiempos se trataba de esconder la propia identidad para poder criticar impunemente a los poderosos. Hoy las máscaras no son provocativas para los políticos, que incluso promueven esas fiestas. La crítica ha sido domesticada. Tras esas costumbres sociales parece esconderse una necesidad antropológica. Tal vez el ser humano no logre aceptar nunca su propia imagen. Por eso la cubre con una máscara. El Carnaval es como el resumen de toda la existencia. La apariencia en lugar de la verdad. Pasado el Carnaval, la liturgia nos invita a retirarnos al desierto. Y en el desierto son inútiles las máscaras. Ahí no vale presumir de lo que uno es y menos aún de lo que no es. El desierto es el espacio de la verdad. En él se desvela la profunda realidad de cada uno: su grandeza y su miseria. Por eso el desierto es temible para el hombre. Ahí se encuentra consigo mismo. Entre ángeles y fieras El primer domingo de cuaresma nos presenta a Jesús en el desierto. En su tiempo se pensaba que ésa era la morada de los demonios. El mismo Espíritu que en el bautismo lo revela como Hijo de Dios lo lleva al lugar de la prueba. Evidentemente la vinculación con Dios no lo exime de las dificultades y las pruebas. Jesús asume la ambigüedad de la historia, su grandeza y su riesgo. Pero el evangelio de Marcos (Mc 1, 12-13) no se detiene a narrar las pruebas o «tentaciones» a las que es sometido Jesús. Le interesa subrayar la cuarentena en el desierto. El número recuerda los cuarenta días del diluvio, los de Moisés en el Sinaí y los de la marcha de Elías. Pero también los cuarenta años del éxodo del pueblo de Israel. En el evangelio de San Marcos se recordará con frecuencia el desierto: a él se retira Jesús para orar (1,35), para aislarse de las gentes (1,45), para descansar (6,31-32) y para multiplicar los panes que han de saciar a una multitud hambrienta (6,35). Además, la estancia de Jesús en el desierto evoca el paraíso primordial. Con Jesús, el Hijo amado de Dios, recomienza la creación. Los ángeles le sirven y las fieras le respetan. Con él se restablece la armonía con Dios y con toda la creación. Aceptar y vivir el evangelio El evangelio de hoy incluye, además, las primeras palabras públicas de Jesús: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios; convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15). He ahí el resumen de todo su mensaje. ¿ «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios». Ésa es la oferta de Dios. Su don a los hombres. Ha llegado la plenitud de los tiempos. Dios se presenta como Rey y Señor. Es el momento de la «visita» de Dios, que habían anunciado los profetas. Y su llegada señala el momento culminante de la historia. ¿ «Convertíos y creed en el Evangelio». Ésta es la demanda de Dios. La tarea de los hombres frente a la iniciativa divina. La conversión es la respuesta a su presencia. Quien se convierte acepta el mensaje del Señor. Pero quien dice creer ha de cambiar de vida. El creyente no practicante no se ha abierto en realidad al Reino de Dios. - Señor Jesús, tú nos has dado ejemplo para que descubramos la verdad de nosotros mismos. Que el camino hacia la Pascua que ahora comenzamos nos ayude a aceptar y vivir tu Evangelio. Amén.