Diario de León

El paisanaje

Para echar a correr

Publicado por
Antonio Núñez
León

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EN EL MINISTERIO de la Vivienda han puesto en circulación un instrumento novedoso para que los jóvenes que buscan piso lo encuentren por fín. Ni hipotecas baratas, ni avales de la familia, ni dos nóminas en Caja España por pareja, una para comer y otra para dormir y lo otro bajo techo -vale también la pareja de la Guardia Civil, no importa el sexo, con tal de que sea de a dos- y todo sin entrada, ni visas ni leches: la ministra del ramo, señora Trujillo, va a regalar ahora a los chavales diez mil pares de zapatillas deportivas para que pateen el país hasta hallar la vivienda que más les mole. Cómo se metan en ella, llave en mano o directamente por la ventana en plan ocupa, es cuestión en la que el Gobierno ni entra ni sale. La ministra Trujillo ha dado sobradas muestras de creatividad en su departamento. La imaginación, al poder. Si el año pasado eran las «soluciones habitacionales» a la sueca en apartamentos de veinte metros cuadrados, éste se impone el par de zapatillas que cabe en un armario con vistas exteriores en un horizonte infinito. O sea, «carretera y manta». La idea de Trujillo puede ser lo mismo una huída hacia adelante, estilo Musac, que, puestos en plan clásico, la «Anábasis» de Jenofonte o «Retirada de los diez mil» por el desierto hipotecario español, donde, como te metas, el banco no te da ni agua. Aunque no deja de haber un cierto paralelismo entre ambas estrategias y problemáticas: en tiempos de los griegos diez mil pares de sandalias huían zumbando de los persas de Ciro el Grande y ahora otros tantos de nuestros chavales escapan como pueden de los tipos de interés en la era ZP el Crecido. Y, como antaño, nadie sabe a dónde ir, incluídas las ministras. Cuentan también los periódicos que las zapatillas de Trujillo se ofrecen por Internet en la página web de su ministerio (dirección «http://pfw-keli.concatel.com/EsTuPrimeraVisita.php?MTE%3D». Para los que no se aclaren con el Gobierno ni con el ordenador, como un servidor de ustedes baste decir que la marca de las susodichas zapatillas es Keli Finder , que según el Tío Caquichu significa «buscar casa»: «finder» o buscar en inglés» y «keli» o chabola en calorro. Está más claro, que el espanglis y el cacao de civilizaciones que se trae entre manos este Gobierno. Se avecina un porvenir incierto para las futuras generaciones. En la guardería y a los tres años van a hacer obligatoria la asignatura de Educación para la Ciudadanía para aprender a chuparse correctamente el dedo. Después de destetadas pasarán a la Logse, donde les enseñarán a hacer la «O» con un canuto y el preservativo. Y, llegadas a la universidad, serán licenciados antes de tiempo: médicos, ingenieros y filosofos en tres añines, en vez de los cinco o seis que tardamos los demás en quemarnos los morros. Será una generación precoz sabiamente dirigida por gobernantes tan preparados que algunos repidieron hasta dos cursos antes de acabar la carrera -la mitad de los ministros, a los que debe suponerse un 40% o más de preparación en las aulas- y los que como Montilla, el de la opa a Endesa, ni siquiera pagaron la matrícula por ciencia infusa. Y eso no es todo. Ya en la calle puede que los pobres chavalines tengan suerte y, a base de darle a la zapatilla, consigan una solución habitacional con harto alivio de sus señoras madres, que ahora les hacen la comida, lavan la ropa y los mantienen amorosamente en casa hasta los treinta y tantos tacos (las suegras no son lo mismo y menos cuando, encima, te divorcias). Es decir que, llegado felizmente a un piso más o menos apañado de protección oficial y mientras adoptas un perro, un gato o un loro en espera de que suban los sueldos y bajen las hipotecas para financiar a un hijo, viene la otra ministra Narbona -éramos pocos y parió la abuela- y por la gripe aviar obliga a encerrar en el apartamento-jaula a toda la familia de dos y cuatro patas. «Aquí no hay quien viva», como en el Real Madrid, es lo que ha debido de pensar Florentino antes de dimitir. Para zapatillas y vivienda espaciosa, la suya en el Bernabeu, de nombre cheli Casa Blanca . Tiene una cabeza muy bien construída y es de los pocos que reconocen el desastre. Hay que agradecer a la Trujillo el alivio que supone no escribir, gracias a ella, de treguas etarras, opas y estatuts, lo mismo que a los Príncipes de Asturias por lo del cordón umbilical, y al alcalde de Valencia de Don Juan, Martínz Majo, que por hacerles un favor a los de su pueblo nos ha abierto los ojos a todos: mandó retirar los patos coyantinos para que no se contagiaran de la gripe aviar y se los comieron los zorros. Ya no hay riesgo de epidemia entre la población. Cosas de la vida cotidiana y nada de política. Salvo que hayamos puesto a la zorra a cuidar las gallinas.

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