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La incineración se ha convertido en el método más empleado para eliminar estos desechos

España genera cada año 300.000 toneladas de residuos cárnicos

Al tratarse de restos biodegradables, su descomposición puede contaminar aire, suelo y agua

Publicado por
Miguel J. Tré - león
León

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Según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura, durante el año 2004 se consumió en España una media de 53 kilogramos de carne por habitante. Por su parte, la Confederación de Organizaciones Empresariales del Sector Cárnico de España (Confecarne), afirma que en ese año se produjeron 3,2 millones de toneladas de porcino, 1,3 millones de aves, fundamentalmente pollo, 714.000 toneladas de vacuno, 250.000 toneladas de ovino y caprino, 120.000 toneladas de conejo y 1,2 millones de toneladas de productos elaborados. Sin embargo, y aunque no existen datos oficiales sobre el volumen de desechos cárnicos, porque no todos se eliminan como residuos y algunos subproductos, como la piel, pueden aprovecharse, desde Confecarne se calcula que cada año se generan en España unas 300.000 toneladas de este tipo de residuos. El incremento en el consumo de carne ha llevado a la utilización de métodos de cría intensiva, los cuales requieren una gestión y eliminación de los residuos cárnicos adecuados, algo que si no se cumple puede favorecer la aparición de nuevos peligros para la salud como el caso de la Encefalopatía Espongiforme Bovina, conocida vulgarmente como mal de las «vacas locas», o las dioxinas, unas sustancias químicas con efectos cancerígenos. Las crisis provocadas por las «vacas locas», la fiebre aftosa o la peste porcina impactaron de forma notable en el sector, aunque en la actualidad los productos cárnicos son uno de los alimentos que más grado de confianza ofrecen. La gripe aviar, la última crisis que ha sacudido al sector, ha tenido por el momento un efecto limitado sobre el consumo. El hecho de que todavía no se haya detectado ningún caso en España y el estricto sistema de cría aplicado en nuestro país han contribuido a ello. Incineración En la actualidad, la eliminación de los desechos cárnicos está controlada por el Plan Nacional de Residuos de Mataderos, Decomisos, Subproductos Cárnicos y Animales Muertos 2000-2006, que supondrá una inversión total de unos 180 millones de euros. El documento ha sido elaborado como complemento del Plan Nacional de Residuos Urbanos y está adaptado a la Directiva sobre Normas Sanitarias Reguladoras de los Subproductos de la Unión Europea. Como la legislación actual prohíbe que sean enterrados, la incineración se ha convertido en el método más empleado para eliminar estos desechos. Desde el año 2002, los costes derivados de la destrucción de los residuos cárnicos revierten en los consumidores en el precio final de los productos, tras alcanzarse un acuerdo entre los responsables de las grandes superficies, los operadores de los mataderos y la distribución mayorista del sector cárnico. Aunque hay empresas que ofertan variadas soluciones para realizar la combustión, que van desde pequeñas instalaciones (animales de compañía, servicios zoosanitarios, mataderos) hasta otras de gran capacidad, la tendencia es contar con plantas lo suficientemente amplias como para que sirvan a varias provincias o incluso a una comunidad autónoma. En los hornos crematorios se alcanzan los 800 ºC y los gases generados son tratados para eliminar dioxinas, partículas sólidas y otros compuestos. Sin embargo, y según se afirma en un artículo de la Fundación Eroski, la mayoría de los residuos cárnicos procedentes de comercios, restaurantes, bares, comedores colectivos y hogares tienen como destino el vertedero. Al ser biodegradables, suponen un riesgo ambiental y sanitario pudiendo llegar a contaminar el aire, el suelo y el agua. Debido a que no hay una gestión extendida de estos desechos, es difícil saber la cantidad que suponen y lo cierto es que su recogida y posterior gestión es un verdadero quebradero de cabeza. Como la normativa existente es bastante laxa, en la actualidad se estudia la creación de un sistema integrado de gestión similar a los que se aplican en la recogida de envases, medicamentos o electrodomésticos.