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Publicado por
VENTURA PÉREZ MARIÑO
León

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TERMINAR con una organización terrorista que tiene más de 40 años de existencia, un número razonable de miembros y un cuantioso y sostenido número de adheridos y simpatizantes que están de acuerdo con las finalidades que persiguen aunque no siempre con sus métodos, no es una cuestión sencilla. De hecho no ha habido ningún Gobierno, como no podía ser de otra forma, que no haya intentado con todos sus medios terminar con la banda, hasta ahora sin éxito. Así, aunque no nos guste, la realidad es que ETA subsiste y cada poco saca la garra recordando que aunque hace más de 1000 días que no mata, puede hacerlo en cualquier momento. Y lo más sencillo para intentar acabar con la organización terrorista es continuar con la política policial-judicial , que viene siendo exitosa, y que ha logrado que ETA esté más debilitada que nunca. Sin embargo creo que hay que aceptar que esa táctica seguida, sin introducir nuevas variables, no garantiza ni mucho menos un final feliz a medio plazo. Se ha afirmado infinidad de veces que estaban a punto de ser vencidos y siempre ha resultado frustrante. Por eso ahora que la banda está debilitada es el momento de hacer movimientos audaces. Y audaz es en mi opinión taparse la nariz y negociar. La cuestión surge en delimitar qué se puede negociar. La respuesta es que hay cosas innegociables y otras, como es la salida paulatina y escalonada de presos previa la disolución de ETA y la entrega de las armas, que son negociables. Es muy cierto que negociar con delincuentes es muy duro, y mas para la víctimas, y que conlleva riesgos pero también lo es, sobretodo moralmente, dejar pasar una oportunidad para la paz. En el laberinto que es una negociación con terroristas hay interlocutores, como es el caso de Otegi, que se creen con derecho a instar la violencia, retando al Estado de Derecho en un torcimiento insostenible, lo que le hace acreedor a que se tomen medidas judiciales contra él ,entre éllas la prisión que parece que inevitablemente se decretará. Y por muy valiosa que sea la necesidad de personajes como Otegi en un proceso de esas características, tiene que saber que el Estado Democrático tiene sus reglas de juego que no se pueden vulnerar por mas que nos pueda conducir a la casadel dragón, oculto en el laberinto.