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La Agencia Espacial Europea retoma la misión Cryosat para estudiar los Polos

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C. Villafañe - león
León

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Un fallo en el lanzamiento el pasado mes de octubre del satélite medioambiental europeo Cryosat, provocó su caída al mar entre Groenlandia y el Polo Norte. Su objetivo era estudiar el espesor del hielo en los casquetes y océanos polares, tanto los permanentes sobre el continente antártico como los flotantes en el océano Ártico, lo que ayudará a comprender fenómenos como el cambio climático. A pesar de la decepción, la Agencia Espacial Europea (ESA) ha decidido emprender la misión Cryosat2 y construir un nuevo satélite que, como su predecesor, tendrá 675 kilogramos de peso, 4,5 metros de longitud y 1,9 metros de ancho. Estará listo en el año 2009, se situará en una órbita a 180 kilómetros sobre la superficie terrestre y supondrá una inversión total, incluyendo los gastos de funcionamiento durante tres años, de 140 millones de euros. Contará, como su predecesor, con un altímetro láser de gran precisión, con el que se podrán hacer mediciones a través de espesas capas de hielo, y que será capaz de cubrir zonas ciegas para otros satélites, ya que tendrá una órbita inusual que le permitirá pasar casi por encima de los Polos. Para que se haga realidad se necesita la colaboración de los Estados miembros, ya que se trata del primero de una serie de satélites de bajo coste dedicados a la observación terrestre, conocidos como Exploradores Terrestres, que forman parte del programa de la ESA «Planeta Vivo», y proporcionarán datos esenciales para los científicos que estudian la evolución y el comportamiento del planeta. El lanzamiento tuvo lugar en la base militar rusa de Plesetsk, utilizando un cohete ruso Rockot, basado en un misil intercontinental de dos etapas, el SS-19, al que se le ha añadido una tercera y está propulsado por combustible líquido y tiene capacidad para poner en órbita cercana a pequeños y medianos satélites cuyo peso máximo no supere los 1.900 kilogramos. Según las investigaciones llevadas a cabo por los expertos, aunque la primera etapa se desarrolló correctamente y se desprendió sin problemas, la segunda etapa del cohete no llegó a separarse de la tercera porque la falta de un comando del sistema de control de vuelo provocó que el motor principal siguiera funcionando hasta que se agotó el combustible provocando la pérdida del conjunto y que se precipitase al océano.