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CASI nadie dice huevos, o sea «uevos», sino güevos, de la misma forma que nadie dice actualidad, sino aztualidaz (o actualidat, repateando bien la te final, si se remarca catalanamente como dando clases de fonética fina pero exagerada a los castellanos que tan mal pronuncian el palabrario de su lengua, según alegan). Por lo mismo, cuando hablamos ¿quién establece la diferencia entre la be de la uve, pues distintas suenan? Decimos bicerrector, boz, berano, bíbora... cuando en una correcta prosodia el sonido se acercaría más a la efe que esconde toda uve: ficerrector, fíbora y tal. La cuestión es que, si en la práctica no hay diferencia entre las dos letras, ¿por qué empecinarse en líos ortográficos y no liberarse de esta esclavitud gramatical, tal y como propuso atinadamente hace unos años García Márquez escandalizando a las academias y a fin de escribir burro indistintamente con uve o be?... Si escribo vurro, hay susto, esgüevación y etiqueta de analfabeto, pero si digo vurro todo el mundo me entendería sin especial problema, aunque los académicos que fijan y dan esplendor me matricularían de nuevo en la egebé. Además, ante la rareza y el tamaño de una errata como «vurro» todo el mundo se fijaría muy especialmente, abriría los ojos como platos, con lo que se vería reforzado el efecto de comunicación, que es para lo que principalmente se inventaron las palabras, para entenderse; es lo que se pretende. Si una ley ortográfica o gramatical confunde más que convence u oscurece más que aclara, es legítimo ignorarla. Al pueblo llano, el que en su día inventó las palabras, las rodó, hay que devolverle su papel y su norma creadora, esa que hace atajos y economiza lo superfluo para desprenderse de rigideces y adornos que sólo sirven para que los redichos y gramaticultos lo parezcan aun más. ¿Habla incorrectamente la calle peatona, el pueblo llano?... Seguramente, pero ¿quién fue antes: la lengua libre del pueblo que tuvo que inventárasela para poder entenderse con los suyos sin que el enemigo les entendiera (y para conseguirlo discurrió, copió, mutiló o transformó palabras de aquí o de donde llegaran) o lo fue la gramática que finalmente sólo tuvo que segar las expresiones que quiso encadenándolas en serie y aparcándolas de por vida en la prisión de la norma?...