Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

El día del choque y el golpe

Publicado por
JOSÉ ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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«JESÚS sube al Templo para destruir el Templo¿ Jesús, al subir hacia el Templo, es el Transfigurado de la montaña contra los escribas disecados en los pergaminos, el Mesías del nuevo Reino contra el usurpador del reino envilecido en las componendas y putrefacto en las infamias; es el Evangelio frente a la Torah, el Futuro frente al Pasado, el Fuego del Amor frente a la Ceniza de la Letra. Ha llegado el día del choque y del golpe». Así se expresaba Giovanni Papini en su célebre «Historia de Cristo». Nadie como él ha descrito los gritos de los mercaderes. Nos hace oír todavía a aquel «carnero hastiado que ahoga con su mugido el grácil balido de los corderillos, las estridencias de las mujeres, el tintineo de dracmas y siclos». ¡Las monedas! Nunca se han escrito frases tan duras contra el Templo de Jerusalén y el mercado que albergaba. Para Papini, el dinero era simplemente el estiércol del demonio. Su presencia en aquel Templo era el signo de la corrupción del lugar santo. Cercanía de la Pascua Jesús acude al Templo y lo limpia de traficantes (Jn 2, 13-25). ¿Por qué se proclama ese texto en este domingo de cuaresma? - En primer lugar por la referencia a la cercanía de la Pascua. La Pascua judía y la nueva Pascua que Jesús inaugura con su entrega. Los antiguos corderos que se vendían en los atrios del templo son sustituidos por el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. - Además, está la frase enigmática de Jesús: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré». Ante el asombro de los que le oyen escandalizados, el evangelista explica que Jesús hablaba del templo de su cuerpo. Su acción era un «signo» profético que anunciaba su resurrección. - Finalmente, el gesto de limpiar el Templo señala el momento del gran discernimiento. «Muchos creyeron en su nombre». Pero otros muchos se vuelven contra él. Jesús conoce a todos y escudriña la verdad y la falsía que se agazapan en sus corazones. Tres puntos importantes para meditar en este itinerario cuaresmal: la entrega pascual de Jesús, la proclamación de su resurrección y la sinceridad de nuestra fe. Osadía y apostasía «El celo de tu casa me devora». En medio del barullo que se organiza en los atrios del Templo resuena esa frase del salmo 69 que el gesto de Jesús ha hecho recordar a sus discípulos. ¿ «El celo de tu casa me devora». Así oraba un piadoso israelita que había tenido que sufrir desprecios y afrentas por mantenerse fiel a Dios y a su causa. Sólo deseaba que su conducta no sirviera de escándalo a los que buscaban a Dios. ¿ «El celo de tu casa me devora». En la hora presente, esa ha de ser también la oración de la Iglesia. Su interés está en la causa de Dios. Pero esa dedicación no indica fanatismo. Porque la causa de Dios es la dignidad de sus hijos. «La gloria de Dios es que el hombre viva», como escribía San Ireneo. ¿ «El celo de tu casa me devora». Esa confesión, valiente y sincera, ridiculiza la mediocridad y el «pasotismo» de tantos creyentes avergonzados de su poca creencia. El miedo a parecer fundamentalistas los ha convertido en apóstatas. No es posible la fe sin osadía. - Señor Jesús, limpia tú de sucios intereses el espacio y el tiempo que decimos dedicar a la gloria de Dios y ayúdanos a aceptarte, entregado y resucitado, como nuestro profeta y Señor. Amén.

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