Diario de León
Publicado por
EDUARDO CHAMORRO
León

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HACE ahora unos tres años cundió la polémica, interesada y viciosa, sobre la existencia de una Europa vieja y otra joven, uno de esos debates que demuestran hasta qué punto estamos siempre dispuestos a acudir en ayuda y al servicio de cualquier esquizofrenia. Ahora estamos en condiciones de hacernos a la evidencia de que lo malo no es que Europa envejezca más o menos normalmente, o rejuvenezca con todas las sorpresas que entraña ese tipo de fenómeno tan portentoso siempre, tan cercano al milagro. Lo malo es que Europa se está quedando tonta o, por lo menos, más tonta que los Estados Unidos o que Japón, sin que esté claro lo que es peor. Dicho en otras palabras, más concretas y quizá menos ofensivas, aunque ciertamente no menos inquietantes: la inteligencia europea continental ha dejado de ser el rasero con el que más conviene medirse y el arquetipo al que más beneficioso resulta parecerse. Nadie da un duro por lo que el continente europeo esté o se encuentre en disposición de enseñar. Es lo que se desprende de un informe elaborado por Andreas Schleicher, el mismo que estableció el informe PISA que tan a caldo nos puso, en cumplimiento de un encargo de la UE vinculado a la pretensión de que dentro de cuatro años la economía europea sea la más competitiva del mundo. Una pretensión cuyas mejores posibilidades tendrían que ver con la venta de sesos huecos. Dicho informe no coloca ni una universidad del continente europeo entre las veinte primeras del mundo, dominadas por América y Japón. Europa sólo salva la cara gracias a las universidades de Cambridge y Oxford. Cambridge aparece en segundo lugar, después de Harvard, y antes de Stanford, Berkeley, los institutos de Tecnología de Massachusetts y de California, Columbia, Princeton y Chicago. Oxford ocupa el décimo lugar, antes de Yale, Cornell, San Diego, Los Angeles, Pennsylvania, Wisconsin, Seattle, San Francisco, John Hopkins y Tokio. Un dato esclarecedor es que el gasto americano por universitario es de 16.764 euros, frente a una media europea de 7.544 y española de 6.538. Por otro lado, el porcentaje de ociosidad juvenil en Estados Unidos es del 1.5. En España, sin ir más lejos, hay un 7.3 por ciento de jóvenes que no estudian ni trabajan, aunque puede que diseñen o planifiquen botellones.

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