Diario de León

EL AULLIDO

¿Se puede escribir hoy sobre otra cosa?

Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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LO PAREZCA O NO la paz es más una conquista de la palabra que de la fuerza pues de hecho sin la palabra cualquier paz conseguida nunca es duradera. Por eso y a pesar de las lógicas advertencias de nuestros políticos muchos ciudadanos atentos hemos acogido el alto el fuego permanente anunciado por ETA con más alegría que cautela porque, como feligreses en tiempos de desgracia, necesitamos creer. Sí, necesitamos creer en que esta vez sí, que llega la hora de una verdadera negociación con exigencias y concesiones por ambas partes -eso es por definición la negociación- que nos lleve a la paz pues casi todos tenemos ganas de vivir y convivir, y nuestra alma ya no está para guerras ni paces, como escribió hermosamente en el exilo Luis Cernuda. El comunicado de ETA contiene exigencias como el cese de la represión, y habla indirectamente de la autodeterminación pero principalmente nos quedamos con que cesa la violencia, con que hay un alto el fuego y con que ha llegado por fin la hora de la palabra que, como dicen los poetas, es más fuerte que la espada. Dicho decisivo comunicado ha coincidido en el tiempo con las celebraciones del Día Mundial de la Poesía y, aunque parece mera casualidad, necesitamos agarrarnos a esa fe y a esa verdadera ideología que propaga la poesía porque sabemos que se avecina un tiempo decisivo en el que se necesitará por parte de todos nosotros, y de nuestros políticos especialmente, mucha voluntad y mucha finura moral, verbal y emocional, y esos son precisamente componentes que contiene, para nuestro bien, la poesía. Llega la Segunda Transición, la hora de una nueva y posible reconciliación política y social que integre a todos en la democracia y deje ya atrás la lucha armada, que sin duda es algo dañino, desfasado y caduco. Llega la hora de la diplomacia con mayúsculas y todos necesitamos pensar que de ahí, de ese refinado, calculado y poético uso de la palabra que es la diplomacia, saldrá la permanente y deseada paz. Ha habido durante años mucho sufrimiento y víctimas y, como no podemos restablecerles lo perdido -no se puede recoger lo derramado escribió Ezra Pound- lo mejor que se podría hacer ahora por esas víctimas es decirles que nunca habrá más. Por eso he aquí un momento histórico en el que necesitamos estadistas más que políticos dogmáticos -necesitamos más futuro que pasado- porque mirar a un futuro mejor ayuda a hacer concesiones razonables para tratar de construirlo. De conseguirlo¿ Hace falta hacer concesiones pero de ningún modo se debe transigir. ETA acaba de anunciar un alto el fuego que parece poesía surgida de la desgracia como los libros de Paul Celan. Celebramos ese anuncio como nos alegramos de la llegada de la primavera deseando de todo corazón que esta nueva primavera política sí pueda durar siempre. Nos piden cautela pero no podemos dejar de abandonarnos a la alegría como no podemos dejar de desear la paz. Ciertamente ahora los tertulianos, los asesores y los políticos están analizando semánticamente ese comunicado y no paran de hacer disquisiciones y de aventurar conjeturas, pero muchos nos queremos quedar con la sencilla realidad de que se ha acabado la violencia y de que, a lo mejor, no vuelve más. Necesitamos creer en la veracidad de ese comunicado tanto como deben creer en la paz quienes tienen que sentarse a hablar de ella, a perfilarla y a conseguirla. Como poetas necesitamos creer para crear. Por eso, una vez más y para siempre, es hermoso tararear el Imagine de Jonh Lennon, y resulta de nuevo oportuno citar a Gandhi: «No es que haya que seguir el camino de la paz, es que la paz es el camino». ¡Al fin!

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