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CRÉMER CONTRA CRÉMER

La política, en serio

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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QUIERO DECIR, estamos dispuestos a repetir que la política es una cosa seria y que sin duda parece ser que es llegado el momento de considerarla así y proceder en consecuencia. O sea, reformar nuestras conductas y ser a la vez ciudadanos tan serios como pueda ser la política. Cuando en la España liberada que estamos disfrutando, más o menos, no cae del cielo el agua para regar los tiestos y los documentalistas aseguran que si continúa la sequía no tendremos agua ni para lavarnos los dientes y las muelas como mandan los estomatólogos, surge en pantalla una noticia o suceso que realmente conmovió los cimientos de la Catedral, por cierto en estado comatoso según los técnicos: Un destacado miembro de la corporación municipal y hombre de probada valentía para enfrentarse con los problemas más escabrosos, como, por ejemplo, la fundación de un nuevo partido político, como si fueran pocos los que padecemos, ha tenido que salir a escena para asegurar que él no, que él es fiel al juramento que pronunció y que más complicado, confuso y temerario es el negocio de las Opas catalana, rumana o alemana, y nadie denuncia el hecho como si se tratara de un delito de lasa probidad. Y es que al dicho señor concejal de hecho y de derecho del Ayuntamiento de León, le acusaban de haberse gastado centenares y no sé si hasta millares de euros en un bolígrafo. No en el bolígrafo de Ravel, que es una página musical que muchos admiramos. El Bolero de Ravel será «todo lo admirable que a nosotros nos parezca, pero es música, y la imputación que se le hacía al señor concejal sonaba a charanga carnavalesca. Aparte de que la información sobre si un señor concejal dedica los dineros del presupuesto en bolígrafos o en empanadas de lamprea, nos parezca una coña burlesca que no es digna de figurar entre las graves preocupaciones que debieran preocupar de verdad al consistorio, cuando por ejemplo, no hay agua para beber ni para regar los campos, ni para el alimento de las dulces vacas portadoras de leches eternas, y en caja no hay un duro ni para mandar cantar a un ciego, que se decía cuando todavía no se había inventado el cupón. Y si nosotros acogemos en nuestro seno informativo la coña marinera de este descubrimiento de fraude o del que fuere, no es ni por la condición del suceso, ni por la cuantía, porque deudas de mayor calado tiene el Ayuntamiento sin que aparezca el padre eclesial que se las pueda perdonar; no es por la entidad del delito si delito fuera, sino porque pone de manifiesto la tendencia de los organismos nacionales, provinciales y locales, a frivolizar todo cuanto tocan. Una comunidad que en vez de enderezar sus necesidades reales hacia caminos que consiguieran llevar a la solución del problema, se empeñan -¡y tanto!- en indagar si este concejal o el otro se ha gastado centenares de euros en bolígrafos, es cuando menos para suspender a los protagonistas y a quienes les toleran de empleo y sueldo. En León, por ejemplo y por no ir más lejos, sabemos, nos consta, porque lo sufrimos, que no disponemos de agua suficiente para regar los campos de golf; que los ríos bajan más entecos que el bacalao y que sus caudales son poco potables, es una realidad mucho más seria que esta historia municipal de «Los bolígrafos de Ravel».

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