CORNADA DE LOBO
Lo marbellí
UN CATAPÚN de catapunes ha venido a ser la fulminante operación judicial y policial con que se ha estrenado el desmantelamiento de la cueva que Alí Babá tiene en Marbella con algo más de cuarenta ladrones (y ladronas) en su tropa y con un botín entre las uñas que supera en leandras de las de antes los dos billones (con be de borrachera «boraz»). De ejemplar puede calificarse todo el operativo desarrollado, las pesquisas y el minucioso atado de cabos que ha neutralizado, inicialmente, aquella verdadera industria de la corrupción y del saqueo, la gran desvergüenza. España entera se admira de la magnitud de la trama, de las fabulosas cifras y de la altanería insolente que de forma crónica han venido manteniendo desde hace mucho tiempo los ediles y corporaciones de un «untamiento» presidido por norma y de facto por tipos de gran pillaje, sacamantecas, cohecheros con pintas de comancheros y prevaricadores de oronda estampa y riñón forradísimo (o prevadicadoras de giles y pesoes que nos muestran una morcillona de silicona en los morros y un culo recortado que no pocas veces utilizan como escopeta), aunque jamás podremos saber cuántos españoles se escandalizan de verdad por esta gravísima inmoralidad tan descorazonadora y cuántos en realidad y en su secreto la envidian. Bien está esta operación para intentar devolver confianza a los ciudadanos en sus untamientos y representantes. No todos los crímenes y atracos de guante blanco han de quedar impunes, menos mal, aunque pervive la sospecha muy fundada de que en todos los lugares donde también se cuecen habas jamás les quitarán la caldera de las calderadas... y el cazo, al que dicen caceta, o sea, corruptela venial, tolerable, justifican, cuando resulta tener la misma entidad inmoral, ilegal y expoliante que la ladronería marbellí; sólo se diferencia el atraco en la cifra, el bulto. De manera que en el marronismo urbanístico que también aquí se da, en la cazurrez, como por ahí, en la oriundez trincona de todo lugar, no creo que lleguemos a ver dispositivos de juez y policía como el que tan minuciosa y profesionalmente se ha acometido en Marbella, ciudad con ley... de mafia. Sólo podemos confiar en que alguno de los socios del cohecho se sienta estafado en el reparto del botín y lo denuncie, que sólo así pasa.