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ME ASOMBRÓ Puigcercós cuando, izado él a la tribuna de los predicadores parlamentarios, aseguró que el Estatut es un buen estatut. Cojonam tuam, quieto, Pedrín, me dije: le ha dao. ¿Le parece ahora bueno al de Esquerra el texto del apaño? ¿El republicano anuncia al final un sorprendente voto favorable?... Tate ahí, porque no había concluído la homilía: «Es un buen estatuto para las regiones de España, pero no para Cataluña». Me sentí como si me la hubieran metido hasta la cruceta. ¿Regiones?... Ah, no sabía. ¿Nosotros no somos nada y sólo tú nación, entidad suma? Eso es como decir que nosotros somos suelo rústico y ellos urbanizable y privado. Fenomenal. En su derecho están. Mesié Puigcercós: A mi me llamáis región, que unicamente significa algo geográfico, nunca político, y sólo tú eres nación... Es como aquello de la magistral pelicomedia «Amanece que no es poco», cuando el pueblo congregado intenta disuadir de una decisión fatal a su alcalde para que no se tire de la banqueta con una soga anudada al cuello y a la viga: «Atiende, alcalde, sólo tú eres necesario, los demás somos contingente». Atiende, Puigcercós: Sólo tú eres nación, los demás somos contingente regional, división de deshonor. Ave, César. El término regional, como mucho, alcanza a definir aquella división territorial con que clasificaba folklores, danzas y ropajes la Sección femenina... danzas regionales. Región, región, ¿pero qué coños es región?... Lo que provoca y enciende de esta terminología es que no cabe achacarla a improvisación o disuclparla por ligereza de lenguaje mitinero. El término estaba sopesadamente calculado. El orador llevaba preparando esa intervención quince días de sesuda labor de crucetilla y ensayando ante el espejo su comparecencia en el Congreso de los Diputados. Dijo regiones porque quería decir regiones. O porque quiere que lo seamos, que para nación ya está él y se sobra con su diferencia absoluta, su identidat (con te) total y su frontera por medio. Vas por estas tierras leonesas o castellanas y, soplando cualquier piedra, se levanta un polvillo que es el aliento fósil de treinta reyes, estados y parlamentos. Pero como de rey viene regio y de ahí región, en región nos dejas, oh Fabio, en estos campos sembrados de tontos y ladrones.

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